viernes, mayo 09, 2008

Machos



Y ahora tiro yo porque me toca
en este tiempo de plumaje blanco

La noche de ayer será inolvidable. Remontar lo irremontable, regresar desde donde nadie regresa y hacerlo en un teatro siempre adverso, jugando todo el tiempo con la muerte en los talones.

Las hazañas son lo más cercano a la eternidad. Lo épico es lo único que nos emparenta con los dioses. Por eso es que Fontanarrosa será al fútbol lo que Virgilio a la gloria de Roma eterna: su poeta.

Pero hoy, entre tanto festejo, cabe una reflexión no sé si más fría pero al menos con niveles más bajos de adrenalina en sangre.

El orfebre

Ramón, no dudo, forma ya parte del panteón de nuestros héroes; y no recuerdo cuántas personas forman (o han formado) parte del panteón de dos clubes como él ha logrado.

Ramón es el orfebre de este equipo: llegó entre las llamas hace algo más de un año y, en ese tiempo, ganó un campeonato, disputa otro palmo a palmo gracias a una remontada notable y pelea por un sueño que por esquivo no deja de ser anhelado.

No obstante, el artista debe ver que su obra tiene algunas fallas que, a medida que avanzan las etapas de la Libertadores, se ven con creciente claridad. Ayer no se jugó como en el partido de ida, los circuitos ofensivos no funcionaron, se batalló más de lo que se jugó y cada centro cruzado era una situación de peligro. La llave ofensiva de este equipo está sobre las bandas, en especial sobre la derecha, pero cuando esos circuitos no funcionan, tal como ocurrió durante buena parte del partido de anoche, el equipo no encuentra un plan alternativo para llegar al arco de enfrente. El rendimiento, más allá del resultado, debería ser un llamado de atención temprano, para hacer ajustes de cara a instancias decisivas.

Guapear con viveza

En un partido así hay que guapear. Hay que defender cada parada con dientes apretados. Hay que poner la pierna fuerte, aún más allá de donde marca el reglamento. Pero también hay que ser vivos. No se puede guapear en cualquier lado ni de cualquier forma, porque jugás con los árbitros del poder, esos que no echan a Falcao (en realidad, ni siquiera lo amonestan!!) pero te echan a Rivero, esos que te meten contra tu arco porque cada vez que Buonanotte se tira te cobran tiro libre, esos que saben que para dirigir en partidos importantes o en un Mundial tienen que ser confiables (y todos sabemos cómo se construye la confiabilidad).

El fútbol es un juego que, además de talento y fuerza, requiere ser vivos. Este equipo para seguir avanzando en la Copa va a tener que seguir jugando de visitante, con árbitros tan localistas como anoche, asique sería bueno no darle letra, armando tumultos por cada infracción, metiendo manotazos cada vez que se arman tumultos, y ni hablar de meter codazos infantiles (Botinelli: a vos te salvó el resultado). Jugar con bronca permite sacar fuerzas de donde no las hay; seguramente si el de anoche no hubiera sido un partido tan caliente, no hubieramos visto ninguna remontada. Pero esa bronca es mejor aprender a canalizarla en el juego y tipos con tanta experiencia se supone que deberían saberlo.

Machos

Hoy, tal como se ve arriba, Olé tituló con ese término lo ocurrido. Muy probablemente haya sacado a relucir el lado más bestial y primitivo de la psiquis masculina, ese que divide nosotros somos machos y ellos son unas nenas (cuando no directamente un son todos putos). Pero verlo, leerlo en esa portada, así, con letras de molde, fue un placer indescriptible. Debo confesarlo.

Nosotros somos machos, ellos no. Así. Brutal. El fútbol es así de pasional. El cientista social se fue de vacaciones a Katmandú; parece que vuelve mañana, aunque puede volver a irse, esta vez a Vanuatu, cuando definamos la serie con los ecuatorianos.

Revancha

El fútbol, dicen, siempre te da revancha. Eso no es cierto porque muchas veces la revancha nunca llega, pero cuando llega...

Después de aquel campeonato del '95, que interrumpió una sequía de 21 años, se conservó la base pensando en jugar la Libertadores del año siguiente. El equipo era sólido, se leía de memoria, tenía oficio; y al Bambino en el banco. Pero nos topamos con aquel River que haría historia, poblado de estrellas, una joya única; y terminamos eliminados después de una serie parejísima, aquel día en que Ruggieri fue el mejor defensor del mundo.

Anoche, seguramente, aquel choque estuvo presente en la mente de todos los hinchas que tengan algo más de 20 años. Anoche, además de la serie, todos jugábamos una revancha que esperamos por años. ¿O por qué piensan que perdiendo por dos goles, jugando con dos menos, ese pueblo santo no dejaba de alentar?

* *

Sólo pasamos de ronda, para pensar en títulos falta mucho. Pero vivimos una alegría que será contada por generaciones. Dejamos el gallinero hecho un caos. Nos cobramos una revancha que guardamos por más de una década. Ramón, tomándose su propia revancha, quizás se haya cargado al presidente que lo echó de River. Qué más se le puede pedir a una semana de otoño...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo felicito, honestamente.

La, para mi, madrugada del viernes trajo un sabor amargo. Estoy deplumado (somos lo peor).

(caminar.wordpress.com)