En los últimos días leyendo algunas noticias y también columnas de opinión, de las que aquí copio algunos párrafos, surgieron algunas reflexiones, muchas de ellas parciales e incompletas, que aquí comparto a manera de apuntes desordenados.
En Página/12 de ayer, Daniel Míguez decía por acá:
Algunos funcionarios de la Casa Rosada creen que los cambios en el gabinete podrían darse en el mediano o largo plazo. Los que se anotan en la primera opción suponen que puede ocurrir a partir de la primavera y cuando las aguas estén calmas para el Gobierno y Cristina Kirchner haya podido reconstruir su imagen, de modo tal que el recambio no pueda ser leído de ninguna manera como consecuencia de una crisis. Los que ven más lejos creen que la renovación de figuras ministeriales se dará el año que viene, antes de las elecciones legislativas, así varios de los ministros cesantes pasarán a ocupar lugares estelares en las listas de candidatos.
Digo yo: ¿en la redacción ven todo tan tranquilo como para planear de esa manera tan desenfadada un recambio gubernamental? Parece que se hubieran quedado con la imagen de días hoy remotos, donde un gobierno que controlaba a gusto el tablero político, podía planificar hasta los momentos en que renovar el elenco. La situación actual remite indefectiblemente a un escenario de crisis política, donde los recambios ministeriales tienen un componente de decisión y otro de inexorable necesidad.
Parece que escribieran el diario de Yrigoyen...
En cualquier caso, el recambio del gabinete es un problema dilemático, porque la salida más probable de todas (Alberto F.) deja a CFK virtualmente sola en el gobierno, rodeada de un ex presidente (y marido) poderoso y un gabinete que casi sin excepción parece más leal al jefe partidario (y marido) que a la Jefe de Estado. ¿Dónde fue a dar la mentada ala cristinista? Si tras la nominación de CFK como candidata eran estos quienes parecían los grandes ganadores de la partida; hoy la foto es bien diferente.
Por otro lado, en su columna (iba a usar la palabra "letanía", pero me dicen que podía sonar despectivo) de hoy en La Nación, Joaquín Morales Solá afirma acá:
La convocatoria del oficialismo a un acto paralelo al de los ruralistas, el martes próximo, no fue más que un gesto propio de pendencieros para demostrar quién pega mejor y más fuerte. El sesgo más dramático del conflicto consiste en que un ex presidente de la Nación, y actual jefe formal del peronismo gobernante, es quien ha preferido pelear en la calle en detrimento de las instituciones de la República.
Parece que, para algunas personas, las manifestaciones de las clases altas y medias porteñas son reflejos puros del malestar ciudadano, que siempre se moviliza en prácticas intachables; mientras que las manifestaciones de las clases bajas son provocaciones y violencia, motivadas por el clientelismo y las prácticas más bajas de la política local.
Violencia es mentir...
En Página/12 de ayer, Daniel Míguez decía por acá:
Algunos funcionarios de la Casa Rosada creen que los cambios en el gabinete podrían darse en el mediano o largo plazo. Los que se anotan en la primera opción suponen que puede ocurrir a partir de la primavera y cuando las aguas estén calmas para el Gobierno y Cristina Kirchner haya podido reconstruir su imagen, de modo tal que el recambio no pueda ser leído de ninguna manera como consecuencia de una crisis. Los que ven más lejos creen que la renovación de figuras ministeriales se dará el año que viene, antes de las elecciones legislativas, así varios de los ministros cesantes pasarán a ocupar lugares estelares en las listas de candidatos.
Digo yo: ¿en la redacción ven todo tan tranquilo como para planear de esa manera tan desenfadada un recambio gubernamental? Parece que se hubieran quedado con la imagen de días hoy remotos, donde un gobierno que controlaba a gusto el tablero político, podía planificar hasta los momentos en que renovar el elenco. La situación actual remite indefectiblemente a un escenario de crisis política, donde los recambios ministeriales tienen un componente de decisión y otro de inexorable necesidad.
Parece que escribieran el diario de Yrigoyen...
En cualquier caso, el recambio del gabinete es un problema dilemático, porque la salida más probable de todas (Alberto F.) deja a CFK virtualmente sola en el gobierno, rodeada de un ex presidente (y marido) poderoso y un gabinete que casi sin excepción parece más leal al jefe partidario (y marido) que a la Jefe de Estado. ¿Dónde fue a dar la mentada ala cristinista? Si tras la nominación de CFK como candidata eran estos quienes parecían los grandes ganadores de la partida; hoy la foto es bien diferente.
Por otro lado, en su columna (iba a usar la palabra "letanía", pero me dicen que podía sonar despectivo) de hoy en La Nación, Joaquín Morales Solá afirma acá:
La convocatoria del oficialismo a un acto paralelo al de los ruralistas, el martes próximo, no fue más que un gesto propio de pendencieros para demostrar quién pega mejor y más fuerte. El sesgo más dramático del conflicto consiste en que un ex presidente de la Nación, y actual jefe formal del peronismo gobernante, es quien ha preferido pelear en la calle en detrimento de las instituciones de la República.
Parece que, para algunas personas, las manifestaciones de las clases altas y medias porteñas son reflejos puros del malestar ciudadano, que siempre se moviliza en prácticas intachables; mientras que las manifestaciones de las clases bajas son provocaciones y violencia, motivadas por el clientelismo y las prácticas más bajas de la política local.
Violencia es mentir...
1 comentario:
"Coronel, querido, el pueblo está contigo".
Esperamos algo suyo hombre
Publicar un comentario