Vemos en los medios de hoy que Macri "vetó la ley que por unanimidad sancionó la Legislatura para limitar la construcción de torres en el barrio de Caballito". Y bueno, habrá que reconocerle al macrismo que es consecuente: ellos gobiernan para el capital, ya sea que se trate de empresarios gastronómicos, de empresarios de la construcción como en esta ocasión o de la patria contratista en general. A esta altura imagino que, cada vez que Mauricio regresa a Barrio Parque, los vecinos tiran rosas a su paso...
Sin embargo, el tema creo que coloca en el primer plano un punto interesante para debatir: ¿los habitantes de una comunidad o los vecinos de un barrio tienen derecho a determinar las características del ambiente en que viven e imponer límites a la acción de los privados aún cuando sean los propietarios? Este dilema, que en el mundo desarrollado dio lugar a un término específico como Nimby (Not In My Back Yard), se repite con creciente frecuencia en nuestro país y une a habitantes de Esquel que rechazan inversiones en minería, con vecinos de Caballito que se oponen a la construcción de torres y los habitantes de Cariló que se resisten a la construcción de un shopping.
Este tipo de conflictos remite eminentemente a la políica local, pero aún así parece ser un asunto que amerita algunas preguntas: ¿puede articularse un eje izquierda-derecha local? ¿será la izquierda o la derecha aquella que considera que la decisión sobre el ambiente comunitario no puede sustraerse de la voluntad electoral? Se me ocurre (y esto se dice en caracter meramente hipotético) que las posiciones izquierda-derecha cambiarán de acuerdo al tópico: la derecha argumentará que no cuando se trate de los intereses del capital, como en el caso de la construcción de torres que operó como disparador del posteo; pero que sí cuando se trate de la relación de vecinos con "grupos no deseables" como por ejemplo permitir la instalación de una villa cerca de los barrios altos. A pesar del clima que sobre el tema se transmite desde la academia, los movimientos sociales no son necesariamente progresistas y de izquierda.
Entretanto, el pirómano, casi con seguridad el personaje más lamentable y rastrero de la política doméstica, aprovecha la oportunidad para pegarle y acusar a Macri de "privilegiar, como siempre, los negocios por sobre los intereses de los vecinos". Y vos, rata inmunda, ¿cuánto te preocupó el tema mientras ocupabas el mismo sillón? ¿No se construyó ninguna torre en tus días o será que ahora toca lidiar con las broncas acumuladas en aquel entonces? Pasa que vos sos más piola que Mauricio y sabés bien cómo hacer negocios sin levantar la perdiz.
Errata: Rato más tarde caí en la cuenta que la resistencia al inversión en minería fue en Esquel, no en El Bolsón; no volveré a confiar en mi memoria. Ya fue corregido.
Up-date: Vemos acá "La Legislatura insiste con el límite a las torres en Caballito". Y bueno Mauricio, vos sabés, se gana y se pierde.
Sin embargo, el tema creo que coloca en el primer plano un punto interesante para debatir: ¿los habitantes de una comunidad o los vecinos de un barrio tienen derecho a determinar las características del ambiente en que viven e imponer límites a la acción de los privados aún cuando sean los propietarios? Este dilema, que en el mundo desarrollado dio lugar a un término específico como Nimby (Not In My Back Yard), se repite con creciente frecuencia en nuestro país y une a habitantes de Esquel que rechazan inversiones en minería, con vecinos de Caballito que se oponen a la construcción de torres y los habitantes de Cariló que se resisten a la construcción de un shopping.
Este tipo de conflictos remite eminentemente a la políica local, pero aún así parece ser un asunto que amerita algunas preguntas: ¿puede articularse un eje izquierda-derecha local? ¿será la izquierda o la derecha aquella que considera que la decisión sobre el ambiente comunitario no puede sustraerse de la voluntad electoral? Se me ocurre (y esto se dice en caracter meramente hipotético) que las posiciones izquierda-derecha cambiarán de acuerdo al tópico: la derecha argumentará que no cuando se trate de los intereses del capital, como en el caso de la construcción de torres que operó como disparador del posteo; pero que sí cuando se trate de la relación de vecinos con "grupos no deseables" como por ejemplo permitir la instalación de una villa cerca de los barrios altos. A pesar del clima que sobre el tema se transmite desde la academia, los movimientos sociales no son necesariamente progresistas y de izquierda.
Entretanto, el pirómano, casi con seguridad el personaje más lamentable y rastrero de la política doméstica, aprovecha la oportunidad para pegarle y acusar a Macri de "privilegiar, como siempre, los negocios por sobre los intereses de los vecinos". Y vos, rata inmunda, ¿cuánto te preocupó el tema mientras ocupabas el mismo sillón? ¿No se construyó ninguna torre en tus días o será que ahora toca lidiar con las broncas acumuladas en aquel entonces? Pasa que vos sos más piola que Mauricio y sabés bien cómo hacer negocios sin levantar la perdiz.
Errata: Rato más tarde caí en la cuenta que la resistencia al inversión en minería fue en Esquel, no en El Bolsón; no volveré a confiar en mi memoria. Ya fue corregido.
Up-date: Vemos acá "La Legislatura insiste con el límite a las torres en Caballito". Y bueno Mauricio, vos sabés, se gana y se pierde.
1 comentario:
Estoy de acuerdo con lo que plantea hoy. Y el pirómano no tiene autoridad moral para decir lo que dice, pero no le falta razón.
Al respecto le dejo dos aportes:
1. Acerca del tema de las torres: uno de los artículos que escribí para Gata Flora (http://caminar.wordpress.com/2008/05/11/aqui-no-hay-quien-viva/) aborda el tema de la vivienda como segunda bolsa. Ofrece impresiones para entender las paradojas de la construcción indiscriminada (y eso que está recortado y no se mete con temas muy atendibles y referidos al paisaje urbano, sobre-explotación del suelo, el monopolio de las constructoras, etc.) y los riesgos de hacer de la construcción una “industria nacional” (local, en este caso). Buenos Aires necesita un plan estratégico factible en materia urbanística. Que no exista habla desidia, ignorancia o interés (en el mal sentido).
2. El motivo por el que mi blog está (temporariamente) cerrado es que estoy desarrollando mi tesis (para el “Master en Gestión Urbanística” que estoy terminando): el tema son los protocolos de "participación ciudadana" en proyectos urbanísticos (grandes o no tanto; cualquiera que impacte sobre el territorio). Volveré más con conclusiones, Coronel, se lo prometo. Lo primero que le puedo decir es que Buenos Aires va a seguir siendo un desmadre en la materia hasta que no se tomen en serio la descentralización. Por otro lado, comentarle que la "izquierda" y la "derecha" no sería el único clivaje a partir del cual se crearían alianzas entre vecinos de una comuna. Por último, según muestran algunas experiencias, creo que el NIMBY se puede controlar. Quienes investigaron instrumentalizaciones participativas ultra-locales “exitosas”, deslegitiman la visión “neoliberal” (más bien “liberalismo trucho”; nada que ver con Stuart Mill o Toqueville o con una lectura no sesgada de Ricardo o Adam Smith) del “individuo egoísta”.
Saludos.
(www.caminar.wordpress.com)
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