El proceso de construcción del discurso en los medios masivos es maravilloso. Otros han trabajado mucho sobre el tema; por mi parte, no sólo no me dedico al tema, sino que ni siquiera he leído más que trabajos muy marginales sobre el asunto. Pero me llama la atención, quizás como consecuencia de la propia ignorancia, cómo el discurso contruye pequeñas víctimas y pequeños héroes que ayudan a encarnar la historia, a asignar la distribución del bien y el mal en la crónica, a señalar la nobleza de los buenos y la vileza de los malos.
Un caso reciente (me da fiaca googlearlo para poner links) fue la escaramuza entre Moreno y Sra. y otros comensales en un restaurante cualquiera en un barrio cualquiera. Sin modificar o intentar modificar los hechos, los medios (oficialistas, opositores, oficialistas y opositores que la van de independientes, otros que la van de libre pensadores) daban cuenta que Moreno y su pareja/esposa/whatever habían sido agredidos por un ilustre desconocido. Pero lo notable del caso no es el fondo de la historia, porque Moreno no va a ser el primer (ni el último) político increpado en público y porque si la va de duro se puede bancar una puteadita desde el momento que él mismo estableció las reglas del juego; sino que este señor cuyo nombre no recuerdo por esos días se transformó en un pequeño héroe anónimo que encarnaba la nobleza del reclamo de "el campo".
Es decir, lo distintivo es que la crónica no ensayaba ninguna apología del evento (o, si lo hacía, era en forma muy medida y escueta) sino que separaba bien y mal a partir de este Quijote circunstancial que, valientemente, había enfrentado al poder y encarnaba así la nobleza de la causa.
Ahora leemos la crónica del "joven que sufrió intimidaciones por apoyar al campo". Y usted dice: ¿los muchachos de Libres del Sur lo fajaron cuando volvía del Monumento a los Españoles? Bueno, no tanto, no fue tan seria la cosa. Y usted ahora dice: ¿se cruzó con una columna del FTV y lo putearon a la pasada? Mire, le cuento:
Leandro Alvelo interrumpe el desayuno que comparte con su familia en el barrio porteño de Congreso para dar detalles de las intimidaciones que asegura haber sufrido por su apoyo al reclamo del campo, al que se sumó no bien comenzó el conflicto entre el Gobierno y el agro. Concretamente, tal como adelantó La Nación, denuncia que personas que no puede identificar, pero que vincula con las agrupaciones juveniles kirchneristas hackearon sus cuentas en Facebook y en Hotmail para mandarle mensajes intimidantes.
Parece ser que la etapa superior del stalinismo kirchnerista es hackear usuarios de Facebook...
Más allá de la historia en sí (básicamente, alguien se habría loggeado en sus casillas y ID's; para más detalles, leen el cuento acá), la construcción del discurso es el reverso del anterior: un ilustre desconocido, que podría ser vos o yo, se transforma en víctima de la vileza del poder y, durante sus minutos de fama, será un pequeño emblema de la opresión. Esta historia es demasiado mínima y no tiene entidad para alcanzar ni siquiera el vuelo logrado por la anterior; pero no por ello deja de ser una expresión de los mecanismos de producción del discurso.
¿O no, Estudiante? Usted que de los medios sabe un tocazo, ¿qué dice? ¿Mejor vuelvo a los posteos politológicos, no?
Un caso reciente (me da fiaca googlearlo para poner links) fue la escaramuza entre Moreno y Sra. y otros comensales en un restaurante cualquiera en un barrio cualquiera. Sin modificar o intentar modificar los hechos, los medios (oficialistas, opositores, oficialistas y opositores que la van de independientes, otros que la van de libre pensadores) daban cuenta que Moreno y su pareja/esposa/whatever habían sido agredidos por un ilustre desconocido. Pero lo notable del caso no es el fondo de la historia, porque Moreno no va a ser el primer (ni el último) político increpado en público y porque si la va de duro se puede bancar una puteadita desde el momento que él mismo estableció las reglas del juego; sino que este señor cuyo nombre no recuerdo por esos días se transformó en un pequeño héroe anónimo que encarnaba la nobleza del reclamo de "el campo".
Es decir, lo distintivo es que la crónica no ensayaba ninguna apología del evento (o, si lo hacía, era en forma muy medida y escueta) sino que separaba bien y mal a partir de este Quijote circunstancial que, valientemente, había enfrentado al poder y encarnaba así la nobleza de la causa.
Ahora leemos la crónica del "joven que sufrió intimidaciones por apoyar al campo". Y usted dice: ¿los muchachos de Libres del Sur lo fajaron cuando volvía del Monumento a los Españoles? Bueno, no tanto, no fue tan seria la cosa. Y usted ahora dice: ¿se cruzó con una columna del FTV y lo putearon a la pasada? Mire, le cuento:
Leandro Alvelo interrumpe el desayuno que comparte con su familia en el barrio porteño de Congreso para dar detalles de las intimidaciones que asegura haber sufrido por su apoyo al reclamo del campo, al que se sumó no bien comenzó el conflicto entre el Gobierno y el agro. Concretamente, tal como adelantó La Nación, denuncia que personas que no puede identificar, pero que vincula con las agrupaciones juveniles kirchneristas hackearon sus cuentas en Facebook y en Hotmail para mandarle mensajes intimidantes.
Parece ser que la etapa superior del stalinismo kirchnerista es hackear usuarios de Facebook...
Más allá de la historia en sí (básicamente, alguien se habría loggeado en sus casillas y ID's; para más detalles, leen el cuento acá), la construcción del discurso es el reverso del anterior: un ilustre desconocido, que podría ser vos o yo, se transforma en víctima de la vileza del poder y, durante sus minutos de fama, será un pequeño emblema de la opresión. Esta historia es demasiado mínima y no tiene entidad para alcanzar ni siquiera el vuelo logrado por la anterior; pero no por ello deja de ser una expresión de los mecanismos de producción del discurso.
¿O no, Estudiante? Usted que de los medios sabe un tocazo, ¿qué dice? ¿Mejor vuelvo a los posteos politológicos, no?
6 comentarios:
Vendría a ser lo opuesto del famoso y anónimo chinito que frenó a los tanques!
Pará, te cuento algo: mi abuela, que lee La Nación como si fuese El Corán y no tiene ni idea de qué es Hotmail ni Faccebokk, entendió que si esto no es una dictadura, qué es, eh!
(Y todavía me acuerod cuando, en el 95, estaba entusiasmada porque era profundamente antimenemista y se iba a presentar como candidato-murió y no pudo- Onganía...)
Coronel:
Considero realmente muy acertado este pequeño artículo entre serio y sarcástico. De fútbol no sabe mucho ya que es del Cuervo, pero cuando escribe sobre temas que no son de politología, pese a que se declara un "ignorante", la rompe.
Y yo que estos días les decía a los kirchenristas, "La nación al menos es serio...."
Lucas: Su abuela tiene razón; si esto no es una dictadura, ¿qué es? Claramente con la detención de De Angelis en la ruta, el kirchnerismo pasó de su etapa leninista-revolucionaria a su etapa stalinista-totalitaria.
(claro, cuando a De Angelis se lo llevaron en cana por romper las bolas en la terminal de Buquebus, todos los que querían irse de vacaciones a Uruguay no decían las mismas cosas que ahora, aún cuando son las mismas personas, pero bue...)
Julián: Ser de un equipo u otro no te hace saber más de fútbol, sino cargar con una cruz diferente. Yo cargo con una hilera de frustraciones que creería infinita si Racing no me indicara que se pueden vivir aún muchas más; otros cargan con un equipo de cornudos y borrachos; cada uno con lo suyo.
A todo esto: qué muerto este Russo, por dio'.....
Coronel:
Es demasiado respetuoso usté en su respuesta. A mí me cae bien el CASLA lo quiero ver arriba de Indepte. en la table.
¡Vamos que se puede!
Somos borrachos Aureliano es cierto, le digo más, el vinito lo compramos en Carrefour.
Russo está más muerto que la hinchada de Huracán........
Que, dicho sea de paso, todavía tiene un par de banderas azulgranas.....
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