Ante otro pico en la crisis política boliviana, hace un tiempo reflexionamos sobre (el que creemos es) el nudo gordiano del conflicto: la fractura entre el Oriente y el Occidente boliviano. Más allá que, a mediados de esta semana, Evo salió a vender humo (y sorprende que observadores de izquierda, con su usual acento sobre los factores estructurales de la política, se queden atrapados en esta humareda) a fin de galvanizar su apoyo tanto interno como externo, los desafíos a resolver están puertas adentro.
Bolivia, como muchos otros países latinoamericanos, presenta un fuerte desbalance inter-regional. Sin embargo, la diferencia específica radica en que las instituciones políticas bolivianas son por un lado muy rígidas; y por otro están asentadas sobre las regiones otrora centrales pero hoy en un visible retraso relativo. Si este escenario es en sí inestable, el intento del gobierno masista de sancionar una constitución que no sólo ignora demandas autonomistas que lo pre-existen sino también a cualquier oposición política, no puede hacer otra cosa que encender la mecha de una mezcla explosiva.
El pool de referéndums revocatorios de hace algunas semanas no podían resolver el conflicto, sino polarizar aún más las posiciones, porque la disputa no giraba alrededor de la legitimidad de las autoridades electas, sino sobre la distribución de competencias entre Estado central y prefecturas. Pero si el recurso era (desde el inicio visiblemente) inútil, el empate que tuvo por resultado condujo a un inevitable empantanamiento: los votantes rechazaron la revocación del mandato de Evo, pero también de los prefectos opositores. Nadie gana, nadie pierde, nadie avanza.
Los hechos de las últimas horas han llegado a un punto de violencia difícil de sostener. Las últimas noticias indican la disposición de las partes de sentarse a negociar. ¿Pero qué temas estarán en la agenda de negociación? Aquí creemos que sólo una solución lijphartiana puede producir una situación de equilibrio político; y también creemos que este resultado sólo se puede alcanzar dando un paso atrás en el proyecto constituyente. El texto constitucional en discusión no parece ser, tal como decíamos en otra oportunidad, un pacto sustentable.
Hay días en que creo que el club de los deliberativos tienen mucha razón sobre ciertos temas.
Y sí. Sé perfectamente que más de uno me va a putear por este posteo; pueden hacerlo en los comments. Pasa que tengo este blog para decir lo que me parece, aunque alguno putee. Qué va'cer...
Bolivia, como muchos otros países latinoamericanos, presenta un fuerte desbalance inter-regional. Sin embargo, la diferencia específica radica en que las instituciones políticas bolivianas son por un lado muy rígidas; y por otro están asentadas sobre las regiones otrora centrales pero hoy en un visible retraso relativo. Si este escenario es en sí inestable, el intento del gobierno masista de sancionar una constitución que no sólo ignora demandas autonomistas que lo pre-existen sino también a cualquier oposición política, no puede hacer otra cosa que encender la mecha de una mezcla explosiva.
El pool de referéndums revocatorios de hace algunas semanas no podían resolver el conflicto, sino polarizar aún más las posiciones, porque la disputa no giraba alrededor de la legitimidad de las autoridades electas, sino sobre la distribución de competencias entre Estado central y prefecturas. Pero si el recurso era (desde el inicio visiblemente) inútil, el empate que tuvo por resultado condujo a un inevitable empantanamiento: los votantes rechazaron la revocación del mandato de Evo, pero también de los prefectos opositores. Nadie gana, nadie pierde, nadie avanza.
Los hechos de las últimas horas han llegado a un punto de violencia difícil de sostener. Las últimas noticias indican la disposición de las partes de sentarse a negociar. ¿Pero qué temas estarán en la agenda de negociación? Aquí creemos que sólo una solución lijphartiana puede producir una situación de equilibrio político; y también creemos que este resultado sólo se puede alcanzar dando un paso atrás en el proyecto constituyente. El texto constitucional en discusión no parece ser, tal como decíamos en otra oportunidad, un pacto sustentable.
Hay días en que creo que el club de los deliberativos tienen mucha razón sobre ciertos temas.
Y sí. Sé perfectamente que más de uno me va a putear por este posteo; pueden hacerlo en los comments. Pasa que tengo este blog para decir lo que me parece, aunque alguno putee. Qué va'cer...
5 comentarios:
Coronel, no entiendo la mención al club de los deliberacionistas. La situación se podría resolver mediante una negociación entre las partes, pero ello no tiene por qué implicar que alguna convenza a la otra de la bondad de sus argumentos.
Creo que más allá del teatro, de Chávez y de la boludez, la razón está del lado de Evo y la ha aplicado con bastante prudencia, no veo cual puede ser la negociación cuando el reclamo autonómico leído de manera raonable es soberanista...
Posiblemente haya sido un error estratégico la búsqueda de una nueva constitución, porque los principales puntos del programa a aplicar, eran posibles con la vieja constitución, y porque significaba un derroche de energía inútil buscar consagrar relaciones de fuerzas y derechos que no existían de modo estable, sino que apenas se insinuaban. Eso le hincó el diente a la derecha, y le resultó un juego de suma cero a la izquierda.
En fin, que iba a putearlo, Coronel, pero acá me ve tan sensato...
Es posible una solucion Lijpharteana cuando una region tiene gran parte de los recursos? En Belgica no esta saliendo tan bien.
Coincido con Estudiante; no sólo porque una fracción concentra los recursos sino, más importante aún, una democracia consensual o de consenso o como quiera que se traduzca implica un desarrollo institucional muy por encima del que usted mismo diagnostica en Bolivia.
Asimismo, algunos analistas sostienen que esta aparente "disposición a negociar" no es sino discursiva; en la práctica sólo están esperando "anotarse cada uno un par de muertitos". Es decir, culpar al bando contrario por las víctimas inmoladas en la contienda social.
No creo, Martín, que la razón esté de un solo lado: creo que de ambos hay algo de razón y mucho de intereses.
Queda en el pueblo boliviano decidir si está bien o mal esta reforma constitucional; lo que sí estaría bueno es que empezaran a separar los tantos: por una parte, el racismo y el resentimiento social histórico; por otra parte, la gestión y distribución del poder, la reforma de las instituciones, and so on. Saludos Coronel, long time no see...
Publicar un comentario