Al Coronel no le gusta largar un te lo dije así de fácil, porque deja flotando una idea de superado, de estar de vuelta cuando todos recién van. Pero, en este caso, las cosas tal como estaban planteadas no dejaban más margen que el fracaso: un entrenador que se quedó en los '60, que cree que tirar unas tiras de asado a las brasas y tomarse unos buenos wiscachos con los pibes son quizás más importantes que el trabajo serio, de todos los días, pensando estratégica y tácticamente los partidos. Es como ver a un nene amacándose en una silla una y otra vez: no se necesita ser ni padre ni adivino para saber que se va a caer de espaldas.
Hoy Olé larga con todo su crónica:
¿Cuál es el plan ahora? Seamos un poco más corrosivos en la derrota, si se nos permite: ¿hay plan? ¿Cuál será el nuevo volantazo que pegará Basile para salir indemne de decisiones que se vacían de contenido con el correr de los partidos y que desnudan la duda, la incertidumbre para enderezar el rumbo?
El Coronel comparte el diagnóstico: no hay plan alguno. Aunque no comparte la solución riquelmista de sus columnistas, propuesta anodina, de fútbol post-asado, jugadores descalzos y a la hora de la siesta que ella implica.
Como se discutió en un posteo anterior, ni siquiera hay cabal consciencia de las carencias de recursos: a un técnico berreta se suman jugadores de cabotaje. Probablemente alguien hace algunos años hubiera hablado del medio pelo en la selección argentina. No estaría mal, nada mal.
Las comparaciones no son odiosas, como indica un lugar común, sino la única forma de dar proporciones a las cosas. Pero para comparar debe haber puntos de referencia realistas, quiero decir las cosas deben ser realmente comparables: no tendría ningún sentido comparar al cuerpo técnico del seleccionado, con sus recursos y sus tiempos, con el cuerpo técnico del Barcelona o el Milan. Pero si uno compara la estructura del cuerpo técnico que condujo durante cuatro años Ruben Magnano, en la selección argentina de basquet, no puede más que caer en el nivel de subdesarrollo del equipo del Coco.
Mientras Magnano tenía un especialistas en los diferentes planos del juego (algunos en juego defensivo, otros ofensivo, etc.), el Coco tiene al Panadero para que le palmee la espalda con talco. Mientras Magnano planeaba los partidos uno a uno, con desarrollos tácticos específicos para enfrentar a cada equipo, el Coco cree que los pibes tienen que juntarse, hacer lo que saben, porque qué les voy a enseñar yo, yo le voy a decir a Tevez cómo tirar un caño. Mientras Magnano conocía uno a uno a los jugadores contrarios, el Coco es capaz de aparecer con una declaración como esta: "El nos ganó el partido. El solo. Con el penalty (sic) y el cabezazo. Es una torre impresionante, imposible ganarle de arriba". ¿Qué pasó, Coco? ¿Carew no medía 1.93m la semana pasada? ¿Creció de golpe y te sorprendió?
Probablemente los resultados que obtuvo Magnano no tengan nada que ver con todo esto y sean mero resultado de la buena fortuna, del designio favorable de los dioses, o de cualquier otro factor tan inasible como inescrutable. Pero resulta más razonable suponer que tales resultados son el producto del trabajo y la planificación.
Entretanto, Marcelo dirije la roja. Y bue, ojalá que le vaya bien. Se lo merece.
Hoy Olé larga con todo su crónica:
¿Cuál es el plan ahora? Seamos un poco más corrosivos en la derrota, si se nos permite: ¿hay plan? ¿Cuál será el nuevo volantazo que pegará Basile para salir indemne de decisiones que se vacían de contenido con el correr de los partidos y que desnudan la duda, la incertidumbre para enderezar el rumbo?
El Coronel comparte el diagnóstico: no hay plan alguno. Aunque no comparte la solución riquelmista de sus columnistas, propuesta anodina, de fútbol post-asado, jugadores descalzos y a la hora de la siesta que ella implica.
Como se discutió en un posteo anterior, ni siquiera hay cabal consciencia de las carencias de recursos: a un técnico berreta se suman jugadores de cabotaje. Probablemente alguien hace algunos años hubiera hablado del medio pelo en la selección argentina. No estaría mal, nada mal.
Las comparaciones no son odiosas, como indica un lugar común, sino la única forma de dar proporciones a las cosas. Pero para comparar debe haber puntos de referencia realistas, quiero decir las cosas deben ser realmente comparables: no tendría ningún sentido comparar al cuerpo técnico del seleccionado, con sus recursos y sus tiempos, con el cuerpo técnico del Barcelona o el Milan. Pero si uno compara la estructura del cuerpo técnico que condujo durante cuatro años Ruben Magnano, en la selección argentina de basquet, no puede más que caer en el nivel de subdesarrollo del equipo del Coco.
Mientras Magnano tenía un especialistas en los diferentes planos del juego (algunos en juego defensivo, otros ofensivo, etc.), el Coco tiene al Panadero para que le palmee la espalda con talco. Mientras Magnano planeaba los partidos uno a uno, con desarrollos tácticos específicos para enfrentar a cada equipo, el Coco cree que los pibes tienen que juntarse, hacer lo que saben, porque qué les voy a enseñar yo, yo le voy a decir a Tevez cómo tirar un caño. Mientras Magnano conocía uno a uno a los jugadores contrarios, el Coco es capaz de aparecer con una declaración como esta: "El nos ganó el partido. El solo. Con el penalty (sic) y el cabezazo. Es una torre impresionante, imposible ganarle de arriba". ¿Qué pasó, Coco? ¿Carew no medía 1.93m la semana pasada? ¿Creció de golpe y te sorprendió?
Probablemente los resultados que obtuvo Magnano no tengan nada que ver con todo esto y sean mero resultado de la buena fortuna, del designio favorable de los dioses, o de cualquier otro factor tan inasible como inescrutable. Pero resulta más razonable suponer que tales resultados son el producto del trabajo y la planificación.
Entretanto, Marcelo dirije la roja. Y bue, ojalá que le vaya bien. Se lo merece.
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