lunes, julio 14, 2008

Fascismo en pastillas


En estos días se han observado numerosas formas de violencia física directa sobre dirigentes políticos (de mayor o menor importancia dirigentes y violencia) por su apoyo a la política gubernamental en materia de retenciones. Primero fueron muestras de violencia sobre diputados tucumanos al regresar a su provincia. Luego siguieron escraches contra los diputados Díaz Bancalari y Kunkel. También fue atacado el dirigente correntino Jaime Gálvez. Ya ni recordamos el ataque sufrido por Rubén "Manusa" Manusovich (quien es, hay que decirlo, padre de un lateral memorable).

Desde este blog jamás se ha esbozado la más mínima apología del escrache. Nos parece una actitud despreciable cuando la agrupación HIJOS escracha la vivienda de acusados de crímenes de lesa humanidad, usurpando el rol de los jueces; los mismo cuando son los piqueteros del lamentable Luis D'Elía (u otros equivalentes) los que asedian estaciones de servicio o la sede de la Sociedad Rural o cualquier otro blanco que la coyuntura política les señala. Pero si esos hechos nos generan un juicio tal cuando el escrache se realiza contra potenciales criminales, ni qué decir lo que nos genera esa acción contra representantes del pueblo argentino que, por hacer uso de sus potestades en un sentido diferente al que ciertos grupúsculos esperan, son sometidos a estas formas de violencia directa.

Estas acciones no son más que expresiones de mini-fascismo; estas fuerzas de choque no son otra cosa que una caterva de camisas pardas que son sólo funcionales a la histórica burguesía rural argentina como también de otros grupos concentrados que temen ser los próximos en la fila. Estas expresiones de violencia no pueden generar otra cosa que rechazo; porque callar, tal como rezaba Bertold Brecht, aporta a la construcción de ese silencio que vacía a la vida democrática.

La primera línea de fractura es el régimen: o se está del lado de las autoridades de la democracia o del lado de la violencia. Recién entonces, una vez que uno se coloca del lado de la democracia, en segunda instancia opta por estar de acuerdo o en desacuerdo con las autoridades. Nosotros tenemos más disensos que acuerdos con el gobierno, podemos apoyar una o muchas protestas opositoras, podemos avalar uno o muchos liderazgos alternativos, pero jamás apoyaremos la violencia, en ninguna de sus formas.

Julián decía que esperaba algo de nosotros. Esto es lo que hoy tenemos para decir.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me llama mucho la atención que atribuya, por un lado, los escraches y ataques a políticos a un sector ("la histórica burguesía rural argentina"); mientras que la violencia hacia el otro lado la imputa únicamente al "lamentable D'elía", separándolo del gobierno. Digo, si de un lado se trata de un loco suelto, del otro también. O bien se trata de dos formas de choque. De otra forma, Coronel, su razonamiento es peligrosamente falaz.
Asimismo, la frase al estilo "o están con la democracia o están con la violencia" me suena mucho, mucho, a la construcción discursiva del "eje del mal". Demonizar al "enemigo" y achacarle ese rótulo me parece, cuanto menos, demagógico. De cualquier forma, no es una postura muy constructiva.

Aureliano Buendía dijo...

Mire, Farolera, me surgen comentarios en dos planos. Uno, el que siempre creí más evidente: en un posteo de un puñado de líneas uno puede incurrir en muchos desbalances. Nada es final, todo es incompleto. Dos, creo que está descontextualizando un poco mis palabras. Pero esto va en un post aparte; creo que lo amerita.

Anónimo dijo...

No esperaba menos de usted Coronel.

Yo tampoco comparto la metodología de H.I.J.O.S pero no creo que sea equiparable a esto. Esos pibes equivocados o no, son víctimas de la peor tempestad que se abatió sobre nuestras costas. Yo no voy a justificar sus ideas pero los primeros escraches fueron acciones desesperadas contra los milicos genocidas (ya sé que no es académicamente correcto usar este término, pero sabe lo que me importa) que se paseaban y se pasean entre nos.

Anónimo dijo...

No esperaba menos de usted Coronel.

Yo tampoco comparto la metodología de H.I.J.O.S pero no creo que sea equiparable a esto. Esos pibes equivocados o no, son víctimas de la peor tempestad que se abatió sobre nuestras costas. Yo no voy a justificar sus ideas pero los primeros escraches fueron acciones desesperadas contra los milicos genocidas (ya sé que no es académicamente correcto usar este término, pero sabe lo que me importa) que se paseaban y se pasean entre nos.

Anónimo dijo...

El anónimo fue Julián che

Aureliano Buendía dijo...

Quizás la Farolera tenga razón y la culpa de los malos entendidos sea mía pero ¿ustedes leen siempre en diagonal?

Textual del post: "Pero si esos hechos nos generan un juicio tal cuando el escrache se realiza contra potenciales criminales, ni qué decir lo que nos genera..."

Julián, ahí hay pura asimetría, hay un a>b, hay un evidente juicio de valor.

En cualquier caso, Farolera, usted seguramente escuchó hablar de Marshall McLuhan y esa idea de que la comunicación es el receptor. ¿O no está de acuerdo con Mr. McLuhan?

Anónimo dijo...

Coronel:

Lo entendí perfectamente, sólo que en el caso de los HIJOS y de las Madres su pase a la militancia no fue voluntario, fue provocado por aquellos a los que la democracia dejó en libertad.

Entonces la propia condición de hijo de desaparecidos te deja en una situción nodal. Peleás hasta que la muerte o el cansancio te venzan.

Yo lo entiendo, no lo acompaño pero lo entiendo.

Ahora lo que es claro es que esa metodología no puede ser llevada a una escala política mayor y mucho menos si de sectores asimétricos se trata.

Personalmente siento que la idea del escrache no va más. En esta etapa creo que se debería arribar hacia nuevas formas de comunicación y protesta que nos transmitan que hubo civiles en el genocidio también. Las nuevas generaciones (salvo el gran grupo de individuos cholulo-fascistas) estamos más abiertos para participar del tema de los DD.HH.

Cambiando de tema, tambíén me gustaría que algunos sindicalistas combativos como los del subte fueran más creativos en sus métodos de protesta. Por ejemplo si en vez de paralizar los subtes y poner a todo el tiliganje en su fase superior antisindical, los dejaran viajar gratis afectan más directamente a los bolsillos patronales, ganan sus recalmos y se ganan el fervor argentino por el aprovechar la truchada gratarola.

Saludos

Aureliano Buendía dijo...

Hace un tiempo Barcelona se preguntaba porqué el gremio de empleados del subte insistía con el paro sorpresivo cuando abrir molinetes era tan popular. Y sí, es cierto.

Pero conversando más tarde con mi viejo (abogado), él me respondió que parar es un derecho y la ley y los jueces te protegen. Pero por abrir los molinetes te pueden echar a la mierda y ningún juez te va a amparar porque la ley tampoco te ampara.

Anónimo dijo...

Si bien su viejo tiene razón podemos ponernos a pensar que una sociedad que está a favor del reclamo podría solidarizarse con los huelgistas y la CGT no podría mirar para otro lado. En cambio si se para el subte y luego se despiden igual a los trabajadores el pueblo trabajador y la clase media bien que podrían aprobar ese despido como "ejemplar" para estos "revoltosos de cuarta".

Saludos