viernes, enero 18, 2008

Legalize it!



Andando dicen se hace el camino,
descalzo es como yo lo quiero andar...


Este mes ha sido de escasos posteos. Un poco por falta de inspiración, otro poco por el calor y mucho porque hay pocas noticias que impulsen, generen los posteos. Pero hoy nos encontramos con esta noticia sobre un fallo de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires confirmando un fallo anterior de la Sala I de la Cámara de Apelación en lo Penal de Morón: los jueces estimaron que “cualquier sustancia estupefaciente genera un irregular desarrollo de la persona en relación con el contexto social, independientemente de los daños psicofísicos que efectivamente sufra” y que “puede reconocerse la falta de salud en personas que, sin presentar ninguna anomalía psicológica, sin embargo carecen de bienestar y no se encuentran integradas en la sociedad, o lo están de un modo deficitario”.

La primera reacción fue decir: esto es una vergüenza. Me pregunté desde cuándo los jueces tenían potestad de decidir qué cosas generan "un irregular desarrollo de la persona en relación con el contexto social". A mí me parece que Los Nocheros tienen un efecto que describiría usando las mismas palabras y no ando promoviendo prisión para cualquiera que los vaya escuchando por la calle. En realidad, en tamaña decisión judicial resuena una notable moralina conservadora, que intenta proteger a la sociedad de ciertas conductas consideradas desviadas, pero desde cuándo los jueces deben ser árbitros de la moral ajena.

Pero esa reacción de señora gorda indignada quejándose en la peluquería a los pocos segundos me resulta insuficiente y vamos un paso más allá. Y uno se hace preguntas: ¿Por qué un cana tiene derecho de parar a un flaco por la calle "para pedirle documentos"? Si el pibe no hubiera sido pobre, ¿el cana lo habría parado? y, en el eventual caso que lo hubieran parado y encontrado marihuana, ¿le habrían iniciado un proceso? ¿A quién jodía el pobre pibe caminando con un porro en el bolsillo? ¿Fumar un porro, incluso en público, jode a alguien más allá del fumador?

Michel Foucault, mente genial que ilumnina a este blog desde sus primeras líneas, reflexionaba acá que la legislación penal no había sido desarrollada para erradicar el crimen del mundo, cosa imposible at all, sino para reducir la criminalidad a un espacio reducido, delimitado y, por eso, manejable a bajos costos para la sociedad. En la mirada foucaultiana, no es que las personas pobres sean más proclives a cometer delitos, sino que la propia noción de criminalidad se elabora alrededor de tipos sociales definidos: los pobres, los excluidos, los condenados de la ciudad. Ellos son los recurrentes usuarios del sistema penal. Por el contrario, un policía jamás hubiera parado "para pedirle documentos" a un nene bien. Y en el caso que tal cosa ocurriera, un batallón de abogados y contactos tras bambalinas con el poder hubieran dormido el asunto hasta su natural prescripción.

Este pibe, obviamente, no jodía a nadie. Ningún orden público se veía sacudido o puesto en duda por alguien llevando un porro, apenas 5 gramos de marihuana en un bolsillo. Nuestra Constitución, en un artículo de sabiduría plena, que recoge los elementos centrales, fundacionales del pensamiento liberal moderno, que resume toda la obra de John Stuart Mill en 36 palabras, dice que Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. La condena sancionó una acción que se trataba, a todas luces, de una cuestión íntima, reservada a Dios, ante la que los jueces son incompetentes.

En este punto se observa, como en muchas otras materias, la ausencia de liderazgos políticos con pretensiones. ¿Alguien ha dado un paso para construir una agenda política que incluya estos temas? Nadie, a pesar que este tema puede abordarse tanto por derecha como por izquierda. Un exponente del abordaje por derecha es un hiper-liberal como Alberto Benegas Lynch, quien argumenta en términos de las restricciones que el Estado impone al ejercicio de la libertad individual. Benegas Lynch sólo puede movilizar tres o cuatro votitos en el ESEADE, quizás alguno más en la Fundación Atlas, y poco más. Sin embargo, este discurso bien podría haber sido articulado por candidatos liberales con mayor repercusión como RLM, siguiendo la tradición de J.S. Mill reflejada en el artículo diecinueve. Y un abordaje desde la izquierda debería apuntar a que los únicos perseguidos, juzgados y condenados por este tipo de legislación son los pobres, son los débiles, son los excluidos, recuperando el discurso foucaultiano. No obstante, más allá de algunos exponentes de la extrema izquierda autóctona, irrelevante en términos electorales, no se observa a ninguna fuerza de izquierda (kirchnerista, progresista, nacional popular, lo que sea) articulando un discurso sobre el tema. En última instancia, estos son los temas sustantivos de la política; o ¿hay algo más político que discutir la relación entre la libertad y el poder?

En ocasiones, los liderazgos políticos construyen una agenda política que recoge las demandas y expectativas de la sociedad; en otras, la movilización de la sociedad va por delante y los dirigentes políticos responden en términos downsonianos ajustando su agenda, a fin de conservar sus votos y sus cargos. En esta materia no parece que la primera opción fuera posible: ningún dirigente parece dispuesto a correr los riesgos de construir una nueva agenda. Por ese motivo, parece ser que la única posiblidad de cambio radica en la movilización desde abajo, la construcción de discursos y sentidos comunes alternativos, en romper los canones de una sociedad pacata legitimando el derecho de cada uno a ser libre, a hacer lo que quiera con su cuerpo. Y desde abajo interperlar a la política, para que la política articule la demanda como un problema político. Pero esta interpelación tiene que apuntar a los dirigentes políticos, a candidatos con nombre y apellido, a los que vemos en una universidad en campaña y uno tiene la oportunidad de preguntarles ante un auditorio si "¿Usted piensa que alguien puede estar preso por tener cinco gramos de marihuana en un bolsillo?"; si esto se limita a putear en un puñado de blogs, estamos fritos.

[El poster inicial lo "tomamos prestado" de acá; hagan click para verla más grande, háganme caso]

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