Un día como el de hoy, hace 34 años, una banda (que para ser benignos sólo calificaremos) de asesinos, libró una macabra demostración de terror blanco para poner fin a una de las experiencias más ricas e interesantes de la historia latinoamericana. Al sueño de una sociedad más justa, inclusiva de los más débiles, donde los cambios se alcanzaran por vías democráticas, respetando los derechos y las libertades y renunciando explícitamente al uso de la violencia armada.
Hoy, como ayer, esos son nuestros sueños. Hoy, como durante todos los años del régimen criminal, el Coronel quiere recordar a los ausentes con estos versos de Pablo Milanés, que seguramente resuenan en la memoria de todos gracias a la voz de Silvio Rodríguez.
Yo pisaré las calles nuevamente
(Pablo Milanés, 1974)
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.
Yo vendré del desierto calcinante
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanos que murieron antes.
Yo unido al que hizo mucho y poco
al que quiere la patria liberada
dispararé las primeras balas
más temprano que tarde, sin reposo.
Retornarán los libros, las canciones
que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de su ruina
y pagarán su culpa los traidores.
Un niño jugará en una alameda
y cantará con sus amigos nuevos,
y ese canto será el canto del suelo
a una vida segada en La Moneda.
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.
Hoy, como ayer, esos son nuestros sueños. Hoy, como durante todos los años del régimen criminal, el Coronel quiere recordar a los ausentes con estos versos de Pablo Milanés, que seguramente resuenan en la memoria de todos gracias a la voz de Silvio Rodríguez.
Yo pisaré las calles nuevamente
(Pablo Milanés, 1974)
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.
Yo vendré del desierto calcinante
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanos que murieron antes.
Yo unido al que hizo mucho y poco
al que quiere la patria liberada
dispararé las primeras balas
más temprano que tarde, sin reposo.
Retornarán los libros, las canciones
que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de su ruina
y pagarán su culpa los traidores.
Un niño jugará en una alameda
y cantará con sus amigos nuevos,
y ese canto será el canto del suelo
a una vida segada en La Moneda.
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.
2 comentarios:
Estimado amigo: más temprano que tarde se abrirán las alamedas por las que pase el hombre libre para construir una sociedad más justa.
Con todo lo que se le pueda achacar a Allende, el tipo era un caballero, un demócrata sincero, un tipo con los huevos bien puestos. Pese a todo, su sacrifico no fue en vano.
En ocasiones los grandes líderes tributan con su vida en pos de las grandes metas. Allende, convencido de la magnitud del proceso en marcha, prefirió pagar con su vida a responder con las mismas armas a esas manos asesinas.
Pocos meses atrás, Gloria Gaitán, hija del asesinado caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y amante de Allende, relató uno de los últimos diálogos que mantuvo con él. Gaitán confesó que entonces le ofreció al entonces presidente chileno asesinar al general Augusto Pinochet, a fin de detener el golpe. Lo significativo, sin embargo, no fue la propuesta de Gaitán, sino la respuesta que encontró:
Me dijo: "Este caucho no estira más. El golpe se viene". Entonces le pregunté: "¿Todos los generales van a hacerlo?" Me dijo que era uno solo. Entonces le dije: "Dime quién es. Si quieres, yo lo mato" La respuesta de Allende no se hizo esperar: "Si tú lo matas, ¿qué nos diferenciaría de ellos?".
Publicar un comentario