El tema de los regresos es casi un signo de nuestros días. Vuelven las bandas que se habían separado hace años, desde Soda Stereo hasta las Spice. Calamaro graba su propia versión de Volver con ese dejo de dolor que imprime a sus tangos. Y el gran Pedro, casi a un mismo tiempo, nos propone una maravillosa versión flamenca de aquel tangazo para darle nombre, cuerpo y alma a su última pieza (genial, como casi todas su demás obras). Pero también vuelven los que dijeron que se retiraban de la política, como si uno los extrañara y reclamara su regreso.
Que derecho a volver tiene, nadie puede discutirlo. Hombre, que vivimos en democracia y que cada cual hace lo que le sale de la punta de los cojones, diría Zarandillo, que a esta hora anda de cañas por la calle de Los Herreros. Y, a fin de cuentas, como decía antes, esto de volver es casi un signo de actualidad.
Pero cuando el río suena, agua trae. Entonces lo que habría que preguntarse es porqué este dirigente, curtido en mil batallas partidarias, decide volver. Alguno me dirá que de la política uno nunca se retira, a lo mucho lo retiran. Pero para los que creemos que los dirigentes políticos son actores racionales, que maximizan votos y cargos, volver por volver no parece una respuesta suficiente.
El hombre debe creer, quizás cometiendo un error casi del tamaño de su cabeza, que puede reaglutinar a sectores inconformes del peronismo en una eventual (bah, casi segura, a esta altura del partido) administración de CFK. No son pocos los que especulan que la buena de Cristina no tendrá tanta capacidad como su señor esposo para controlar a las siempre difíciles huestes del pejota. Todo indica que hay grandes bolsones de inconformismo en las filas peronistas.
No se trata de ser machista (o no sólo de eso), sino que para mucho peronista Cristina no es del palo. Por más que ella diga que se identifica con la "Evita del puño crispado", los muchachos la identifican con las jornadas de compras por París o el Soho neoyorquino, o también con ese andar algo arrogante en zapatos que cuestan lo que un obrero industrial gasta en la educación de sus hijos en un año. Cristina quiere ser Evita, el problema es que se parece cada vez más a María Julia.
Y las elecciones del último tiempo sugieren que la paciencia se puede empezar a agotar. Al gobierno no le ha ido mal, pero no ha ganado ninguna gobernación que no tuviera pero sí ha perdido otras que tenía (a lo que cabe sumar el sainete cordobés, aun de incierto resultado). Saldo negativo, pero con un agravante: el gobierno se dedicó a jugar a dos puntas en varios de los distritos donde perdió, usualmente perjudicando a sus propios aliados. Los muchachos ponen el hombro, pero porque (ellos también) son maximizadores de votos y cargos. Y el gobierno, que nunca juega un pleno por las listas peronistas, sino que pone fichas en varios casilleros y de paso apuesta a color y docena, se transforma en un aliado mal pagador.
Con todo este panorama, el regreso del gran cazador de escualos no es inexplicable. Estima (quizás sobre un inmenso error de cálculo, eso lo veremos con el tiempo) que una parte del peronismo, digamos lo que Chiche bautizó el peronismo peronista, va a abandonar a la buena de Cristina en la primera adversidad. Y entonces el hombre se perfila, para ir ganando posiciones.
Será cosa de desensillar hasta que aclare, entonces tendremos un panorama más preciso del porqué de un regreso que el Coronel no creía que fuera a ocurrir.
Que derecho a volver tiene, nadie puede discutirlo. Hombre, que vivimos en democracia y que cada cual hace lo que le sale de la punta de los cojones, diría Zarandillo, que a esta hora anda de cañas por la calle de Los Herreros. Y, a fin de cuentas, como decía antes, esto de volver es casi un signo de actualidad.
Pero cuando el río suena, agua trae. Entonces lo que habría que preguntarse es porqué este dirigente, curtido en mil batallas partidarias, decide volver. Alguno me dirá que de la política uno nunca se retira, a lo mucho lo retiran. Pero para los que creemos que los dirigentes políticos son actores racionales, que maximizan votos y cargos, volver por volver no parece una respuesta suficiente.
El hombre debe creer, quizás cometiendo un error casi del tamaño de su cabeza, que puede reaglutinar a sectores inconformes del peronismo en una eventual (bah, casi segura, a esta altura del partido) administración de CFK. No son pocos los que especulan que la buena de Cristina no tendrá tanta capacidad como su señor esposo para controlar a las siempre difíciles huestes del pejota. Todo indica que hay grandes bolsones de inconformismo en las filas peronistas.
No se trata de ser machista (o no sólo de eso), sino que para mucho peronista Cristina no es del palo. Por más que ella diga que se identifica con la "Evita del puño crispado", los muchachos la identifican con las jornadas de compras por París o el Soho neoyorquino, o también con ese andar algo arrogante en zapatos que cuestan lo que un obrero industrial gasta en la educación de sus hijos en un año. Cristina quiere ser Evita, el problema es que se parece cada vez más a María Julia.
Y las elecciones del último tiempo sugieren que la paciencia se puede empezar a agotar. Al gobierno no le ha ido mal, pero no ha ganado ninguna gobernación que no tuviera pero sí ha perdido otras que tenía (a lo que cabe sumar el sainete cordobés, aun de incierto resultado). Saldo negativo, pero con un agravante: el gobierno se dedicó a jugar a dos puntas en varios de los distritos donde perdió, usualmente perjudicando a sus propios aliados. Los muchachos ponen el hombro, pero porque (ellos también) son maximizadores de votos y cargos. Y el gobierno, que nunca juega un pleno por las listas peronistas, sino que pone fichas en varios casilleros y de paso apuesta a color y docena, se transforma en un aliado mal pagador.
Con todo este panorama, el regreso del gran cazador de escualos no es inexplicable. Estima (quizás sobre un inmenso error de cálculo, eso lo veremos con el tiempo) que una parte del peronismo, digamos lo que Chiche bautizó el peronismo peronista, va a abandonar a la buena de Cristina en la primera adversidad. Y entonces el hombre se perfila, para ir ganando posiciones.
Será cosa de desensillar hasta que aclare, entonces tendremos un panorama más preciso del porqué de un regreso que el Coronel no creía que fuera a ocurrir.
7 comentarios:
Mi anterior comentario era más extenso pero no expresaba bien mi pensamiento que es el siguiento. Hablando por boca de Aníbal Troilo, a modo de explicación del retorno de Duhalde, solo me resta decir lo siguiente:
'Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. Cuando? Pero cuando???!!! Si siempre estoy llegando'
Zabalita
(con cicatrices de muchas batallas)
Coronel, ¿sería tan amable de ilustrar, para los menos entendidos, por qué sería tan inverosímil que Cabeza aglutinara la hoy dispersa disconformidad peronista (y no-peronista)? ¿Sería muy difícil hacer olas para que CFK tambalee y afectuar el golpe -de efecto, eh!- como supo hacer en otros tiempos cercanos? El tipo viene con a) un gran aparato, b) una cierta imagen de "capitán de tormenta" (aunque haya contratado él mismo a Spielberg para crearla), c) algo, alguito de experiencia.
Está claro que no es fácil, pero ¿sería tan difícil? ¿Y si está pensando en 2011? No sé, pregunto.
Flor, me hiciste leer el posteo completo, porque no recordaba que dijera que sea "inverosímil que Cabeza aglutinara la hoy dispersa disconformidad peronista". (igual gracias, porque encontré un error de ortografía que se había filtrado)
En realidad, yo creo que es poco probable, pero de ahí a inverosímil hay distancia. De hecho, precisamente yo interpreto que su reaparición (que Zabalita dice que no es tan así, porque nunca se habría ido) es producto de esa misma lectura: tiene la oportunidad de convertirse en el líder del peronismo peronista, sea lo que eso sea.
Igualmente interpreto que sus probabilidades son escasas por tres motivos principales:
a.) El aparato peronista que solía controlar ya no existe y lo que sobrevive está en manos de intendentes, más afectos a los recursos (nacionales y provinciales) que a las lealtades/identidades partidarias. Y los recursos seguirán estando en manos de otros. La pregunta es qué tan autónomo será Scioli, cosa que sugieren muchos en el último tiempo, pero si la gobernación es tan dependiente de los recursos nacionales en períodos de crecimiento a 8% anual, lo será aún más cuando la economía se desacelere. Es decir, si Scioli se pasa de vivo, le van a cerrar la canilla y va a tardar pocos meses en tener a los intendentes, piqueteros, empleados estatales, etc. en pie de guerra.
(Las razones de esa dependencia mejor se las preguntan a Cafiero, que quizás él les explica la coparticipación negociada durante el gobierno de Alfonsín)
b.) El alcance nacional de Duhalde siempre fue muy limitado, motivo por el cual fue incapaz de armar un auténtico soporte nacional para su campaña de 1999. Menem le complicó la vida, pero él tampoco había sido capaz de generar arrastre entre los demás gobernadores peronistas y, desde la Renovación para acá, los que controlan los aparatos partidarios son los gobernadores e intendentes.
c.) Aunque a él no le guste, la gente no lo quiere. Digamos: "no mide". Y si bien obviamente no genera los niveles de rechazo de Menem, tampoco puede ganar una elección fuera de la provincia de Buenos Aires e incluso ahí puede perderlas (i.e. CFK vs Chiche). Cuando asumió en medio del incendio su imagen pública estaba por el suelo, estuvo ahí todo su gobierno y apenas repuntó un poquito cuando entregó el gobierno. Sus oportunidades, como las de Alfonsín, están sólo en participar del armado.
Veremos qué pasa.
Bueno, estaba parafraseando ("quizás sobre un inmenso error de cálculo", "quizás cometiendo un error casi del tamaño de su cabeza"... me suena a inverosímil, qué querés que te diga). Es decir que sí existe la oportunidad, pero vos no le tenés mucha fe a que la pueda concretar?
Creo que esos problemas en tales tres tableros condicionan mucho sus oportunidades. Ahora, él es el político y yo el politólogo, lo que significa que él puede dar respuestas a esos desafíos (en otra época respondió a otros más dificiles), aunque para ello cuenta con pocos recursos constantes y sonantes a mano. Y yo para los pronósticos soy malo, asique no doy certezas sobre lo que vendrá.
Sólo digo que el panorama no lo favorece. Y vos qué decis?
Honestamente, Coronel, no lo sé --por eso te preguntaba. Sólo puedo decir que el hecho de que el bañero haya asomado la Cabeza es síntoma de que olfateó la oportunidad. También pienso que, con todo el debido respeto, como vos decís los politólogos son buenos para explicar lo que pasó, pero son los políticos los que elaboran lo que vendrá.
En otras palabras, creo que el mayor obstáculo para Duhalde es que no mide; pero como conoce más de una maña de este juego, y no es lento ni perezoso para aplicarlas, tal vez nos dé una sorpresa. Creo que es un tipo hábil y podría encontrar la manera de generar la adhesión de ese aparato que decís que hoy está fragmentado. Creo que a ningún intendente le hace gracia estar por ahí boyando sin figura fuerte que lo respalde, y estaría más que dispuesto a brindar su apoyo si hay, como vos decís, garantía de una buena caja (no causa, caja). Y tal vez los otros dos puntos los resuelva presentando un candidato que mida más en su lugar. No?
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