¿Pingüino o pingüina? Al final resultó lo segundo y, como era de esperarse, sacudió el avispero, lo que le permitió a la banda kirchnerista recuperar la iniciativa después de la paliza PRO. Pero hay dos estructuras discursivas que me llaman mucho la atención, una articulada desde el poder, la otra articulada por los que espiran a tenerlo, usted sabrá diferenciar cuál es cuál.
Cristina es el cambio. Hasta donde yo recuerdo Cristina es la esposa de Néstor. Más importante aun, Cristina y Néstor son una sociedad política consolidada y exitosa, con varias décadas de vida. Y Cristina, hasta donde yo sé, ha formado parte de la mesa chica de este gobierno desde el minuto inicial, integrante entonces de un reducido círuclo aulico en el que se han cocinado las principales decisiones políticas. Cristina, que es Kirchner, a lo largo de la campaña deberá entonces desarrollar un juego dual, para ser a una misma vez el cambio y la continuidad. El cambio frente a sectores (mayormente progresistas) del electorado, localizados en los grandes distritos urbanos, que están cansados del llamado estilo K. La continuidad frente al electorado cautivo (sin que deba interpretarse en este término ningún menos precio; quien firma es mercado cautivo de Cortázar y no se siente por ello disminuido), que ya acompañó al oficialismo con alrededor del 45% de los votos en las legislativas de hace dos años; según Ramble, el segundo cordón del GBA demanda que Cristina sea la continuidad.
Por su parte, los afiches que inundaron Buenos Aires estos días rezan que "El cambio recién empieza". A nuestro humilde entender, no parece que vaya a haber cambios sustantivos en la orientación general del segundo gobierno K, sino que se trata de un mero discurso orientado a captar electores cercanos pero insatisfechos por lo hecho en estos cuatro años de gestión sugiriendo que ahora sí la cosa viene en serio, lo anterior fue para la gilada. Otra cosa será la suerte que correrá el elenco ministerial, donde sí sería razonable esperar cambios, pero eso es otro asunto.
Cristina es una ama de casa. Otros hablan de la candidatura como un bien ganancial que se transfieren entre los Kirchner. Es cierto que la nominación de Cristina no fue producto de una decisión orgánica de un partido político, sea vía internas o vía convención partidaria, y también es cierto que su experiencia ha transcurrido en cargos legislativos, pero los mismos motivos que indican que ella no sólo es cambio sino también (y quizás sólo) continuidad, obligan a tomar más en serio la envergadura política de CFK. Sin embargo, en no pocas mesas he tenido la oportunidad de escuchar comentarios menospreciando su capacidad política.
El Coronel tiene serias dudas de que Cristina sea "el mejor cuadro (político) en los últimos 50 años", tal como sugiere el pintoresco Aníbal F. Pero no caben dudas que ella es, efectivamente, un cuadro político capaz, inteligente y con más de tres décadas de carrera política. Digamos, minimizar a Cristina, que es Kirchner, como un mero mensajero de Néstor es producto de un análisis muy burdo para tomarlo en serio.
Cristina es el cambio. Hasta donde yo recuerdo Cristina es la esposa de Néstor. Más importante aun, Cristina y Néstor son una sociedad política consolidada y exitosa, con varias décadas de vida. Y Cristina, hasta donde yo sé, ha formado parte de la mesa chica de este gobierno desde el minuto inicial, integrante entonces de un reducido círuclo aulico en el que se han cocinado las principales decisiones políticas. Cristina, que es Kirchner, a lo largo de la campaña deberá entonces desarrollar un juego dual, para ser a una misma vez el cambio y la continuidad. El cambio frente a sectores (mayormente progresistas) del electorado, localizados en los grandes distritos urbanos, que están cansados del llamado estilo K. La continuidad frente al electorado cautivo (sin que deba interpretarse en este término ningún menos precio; quien firma es mercado cautivo de Cortázar y no se siente por ello disminuido), que ya acompañó al oficialismo con alrededor del 45% de los votos en las legislativas de hace dos años; según Ramble, el segundo cordón del GBA demanda que Cristina sea la continuidad.
Por su parte, los afiches que inundaron Buenos Aires estos días rezan que "El cambio recién empieza". A nuestro humilde entender, no parece que vaya a haber cambios sustantivos en la orientación general del segundo gobierno K, sino que se trata de un mero discurso orientado a captar electores cercanos pero insatisfechos por lo hecho en estos cuatro años de gestión sugiriendo que ahora sí la cosa viene en serio, lo anterior fue para la gilada. Otra cosa será la suerte que correrá el elenco ministerial, donde sí sería razonable esperar cambios, pero eso es otro asunto.
Cristina es una ama de casa. Otros hablan de la candidatura como un bien ganancial que se transfieren entre los Kirchner. Es cierto que la nominación de Cristina no fue producto de una decisión orgánica de un partido político, sea vía internas o vía convención partidaria, y también es cierto que su experiencia ha transcurrido en cargos legislativos, pero los mismos motivos que indican que ella no sólo es cambio sino también (y quizás sólo) continuidad, obligan a tomar más en serio la envergadura política de CFK. Sin embargo, en no pocas mesas he tenido la oportunidad de escuchar comentarios menospreciando su capacidad política.
El Coronel tiene serias dudas de que Cristina sea "el mejor cuadro (político) en los últimos 50 años", tal como sugiere el pintoresco Aníbal F. Pero no caben dudas que ella es, efectivamente, un cuadro político capaz, inteligente y con más de tres décadas de carrera política. Digamos, minimizar a Cristina, que es Kirchner, como un mero mensajero de Néstor es producto de un análisis muy burdo para tomarlo en serio.
2 comentarios:
El tuyo me parece un análisis muy imparcial y lúcido. CFK representa un cambio, pero no profundo. La ¿futura? presidenta se ocupará más de la política exterior que el presidente, intentará que su gobierno tenga al menos una pátina de respeto por las instituciones y el protocolo, y dará mayor autonomía a los ministros (sobre todo en el área económica, en la cual CFK, a diferencia de su marido, no se interesa demasiado). Pero todo eso no significa un cambio sustancial en las políticas del kirchnerismo. Para algunos será malo, para otros será bueno.
Martín. Antes que nada, bienvenido a este blog. Y muchas gracias por el comentario.
Los días de campaña electoral me generan una sensación ambigua. Por un lado, la cosa se pone picante y consecuentemente más atractiva. Pero por otro lado, también se sobredimensionan los discursos simplificadores.
Estas dos estructuras discursivas que he intentado resumir parecen regar buena parte del discurso político de la primera parte de la campaña presidencial. En los días siguientes a este posteo se coló la cuestión de la corrupción y a medida que corran los días que faltan para las elecciones muchos otros temas más irán irrumpiendo en la escena.
La experiencia indica que siempre recurrirán a una estructura maniquea para presentarlos ante el electorado; creo que la habilidad radica en leer las diferencias que se esconden detrás de la espuma electoral.
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