Lo sé, lo sé: la frecuencia de los posteos ha declinado; posteamos poco y cada vez menos análisis político. Se ve que son semanas de mucho fútbol, donde
nos jugamos la temporada. Yo mismo noto el amesetamiento del blog, una crisis casi
criadorense; no se trata sólo de falta de tiempo, porque el tiempo tampoco abundaba en otras épocas. Pero como muestra de nuestro no-kirchnerismo, asumimos la realidad e intentaremos retomar la iniciativa, al menos para responder al piropo con recomendación incluida de M.A.
Algunos días atrás, a la pasada, se hizo
mención al tema más caliente en estos días: la profunda crisis política en Bolivia, que tiene al gobierno de Evo Morales, básicamente, contra las cuerdas. No vamos a narrar los hechos, que se encuentran fácilmente haciendo click
aquí. Pero creo que vale la pena darle una vuelta de tuerca al análisis.
Dividir a la sociedadDesde el gobierno de Evo Morales se intentó deslegitimar el referéndum autonómico acusando a la dirigencia cruceña de pretender dividir a la sociedad boliviana. Sin embargo, ¿el referéndum dividió a la sociedad o la sociedad ya estaba dividida? Veamos la tabla que aparece acá abajo (click para ver más grande).
Hace dos años, junto a la elección de los representantes para la Asamblea Constituyente, se realizó un referéndum nacional sobre la cuestión autonómica. Tal como puede observarse, el "No" se impuso por una holgada ventaja: 15 puntos.
Sin embargo, veamos más detenidamente las dos últimas líneas de la pequeña tabla. La "media departamental" es una media simpre de los porcentajes obtenidos en cada departamento; el apoyo al "No" decae algunos puntos por el mayor peso demográfico de algunos departamentos. Sin embargo, el dato (a nuestro humilde juicio) más relevante es el inmenso desvío standard. Y, a fin de analizar este dato llamativo, desagregamos los resultados en dos grupos (una vez más, click para ver más grande).
Nota: Occidente reune los departamentos de Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí; mientras que Oriente agrupa los departamentos de Tarija, Santa Cruz, Beni y Pando. Para simplificar la tabla, se representa el apoyo al "Sí"; es decir, el apoyo al autonomismo.Tal como puede observarse, el apoyo al autonomismo presentaba una gran variación inter-regional: el sólido rechazo en los departamentos occidentales convivía con el también sólido apoyo en el Oriente. A su vez, el desvío standard del valor medio de cada grupo es un tercio del visto en la tabla agrupada, lo cual indica grupos internamente más homogéneos.
El resultado del referéndum de hace unos días no pudo sorprender a nadie, porque ya hace dos años una consulta sobre el tema autonomista había mostrado fuerte apoyo en el Oriente, con sus registros más altos en Santa Cruz (71.1%) y Beni (73.8%). A su vez, ya aquel referéndum indicaba que la cuestión autonomista dividía profundamente el país: mientras en una región 7 de cada 10 personas rechazaban la autonomía (Occidente), en la otra eran también 7 de cada 10 los que la apoyaban. Pregunto de nuevo: ¿el referéndum del domingo dividió a la sociedad o la sociedad ya estaba dividida?
En realidad, el reclamo autonómico no sólo es anterior al propio gobierno
masista, sino que en los días en que el gobierno de Carlos Mesa se caía en picada, fue el propio Evo Morales quien dio su apoyo al movimiento autonomista a fin de ampliar la base de apoyo que lo condujera a la presidencia. Y motivos no le faltaban: con Mesa aun en el gobierno, los cruceños se habían movilizado masivamente en favor de la descentralización política del país, al punto de forzar la elección popular de prefectos.
Explicando el autonomismoBolivia es un país centralista, al punto que desde La Paz históricamente se decidieron materias que, para personas políticamente socializadas en un país federal, serían difíciles de imaginar. Ahora bien, las instituciones políticas bolivianas han sido así de centralistas desde el siglo XIX, pero esta distribución del poder institucional parece ser motivo de disputas (cada vez más encendidas) recién en los últimos años. ¿Qué ha cambiado?
El sistema político boliviano, en sus trazos generales, fue diseñado y establecido cuando el centro económico del país estaba en el Altiplano; ahí se concentraba la actividad económica y también la vida política nacional. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha observado un rápido cambio del equilibrio relativo inter-regional, donde la decadencia de la economía de los departamentos occidentales contrasta con el auge económico del Oriente, muy en especial de Santa Cruz. El resultado es evidente: las instituciones políticas dejan de representar los factores reales de poder y se transforman en un corset rígido, incapaz de receptar el cambio de fondo.
A su vez, sobre este cambio de equilibrios económicos intra-regionales, se enciman otros dos desequilibrios. Por un lado, la región más dinámica representa un tercio del electorado, mientras que la región económicamente declinante representa los restantes dos tercios (31.5%
vs. 68.5%, según el total de electores habilitados en 2006, para la elección de constituyentes). A todas luces, esto se presenta como una amenaza para los departamentos más prósperos, cuya suerte podría ser decidida con total prescindencia de la opinión de sus votantes, porque los votos del Occidente son suficientes para elegir presidente y formar mayorías en el Congreso.
Por otro lado, desde mediados de los '90 se observa una notable activación del clivaje étnico, que tal como comentamos en
otra oportunidad, impulsa una matriz ideológico-cultural difícil de compatibilizar con conceptos tales como democracia liberal o derechos humanos. Sin dudas, esta tensión activa con mayor intensidad los temores de los departamentos orientales y facilita la agregación y la polarización políticas.
El Coronel proponeComo alguna vez le comentaba a un amigo boliviano, estos espirales se sabe dónde comienzan pero no dónde terminan. Hoy pienso/temo lo mismo que entonces. Pero ¿por dónde se sale de este espiral?
Tal como señala el análisis de Boix en este
libro (que recomiendo a aquellos que gusten de los modelos formales), los arreglos institucionales federales permiten reducir la tensión política y facilitan así la supervivencia de la democracia, porque obligan a tomar en cuenta las opiniones de más actores institucionales en los procesos de toma de decisión. Pero ¿cuáles son las condiciones para que esta sea una solución eficaz?
Dice Boix:
For a federation to be a viable alternative two conditions must be met. On the one hand, both the wealthy and the poor, who now can choose between independence, an authoritarian regime, a federal democracy and a unitary democracy, must find a federal arrangement to their advantaje. [...]
On the other hand, a federation can bolster the likelihood of a democratic outcome only if it is based on conditions or institutions that credibly secure the autonomy of each state against the confiscatory temptation of the rest of the country.
Este ha sido el arreglo tradicional para hacer frente a las tensiones entre regiones de un mismo país, se trate de los Estados Unidos o la Argentina, en la medida que brinda reaseguros a todos los participantes. No obstante, un arreglo institucional de estas características, lógicamente, descentraliza el poder y obliga a alcanzar apoyos más amplios al momento de iniciar reformas; es decir, el sistema institucional se torna, casi por definición, más conservador. Pero por los motivos más estable.
La coyuntura actual, en la que aún los prefectos de departamentos occidentales como Potosí
apoyan el reclamo autonomista, obliga al gobierno de Evo Morales a repensarse a sí mismo y desandar el camino de la radicalización. Cerrarse sobre una visión conspirativa no va a ayudarlo a encontrar la salida al laberinto actual.