lunes, octubre 01, 2007

¿Tenés fuego?


Los vaivenes de la política española han llamado nuevamente la atención del espíritu republicano* del Coronel. Pocos días atrás, en Girona, militantes independentistas de izquierda quemaron unas 50 imágenes del rey en protesta por su presencia en tierras catalanas. Y, tal como en ocasiones anteriores, los serviciales y celeros peones del poder se aprestaron a avanzar en el proceso penal de esos terribles criminales ante tamaña ofensa al orden, la legalidad, las instituciones de España una grande y libre, porque joer, que la guerra la hemos ganado nosotros y si la hemos ganado es para que mande el rey y ninguno de estos comunistas revoltosos tiene derecho a venir ahora a ofender a Su Alteza. Parece que eso de que "la victoria no da derechos" era nomás una zonzera.

No suficiente esa barbaridad antediluviana, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska, leal siervo del rey, ordenó la entrega del material fotográfico a la prensa, violentando los mínimos requerimientos de libertad de expresión y secreto profesional de la profesión periodística.

Y además introdujo la lógica víctima-traidor que usaron extendidamente las dictaduras latinoamericanas. Cuando un detenido hablaba sobre otros militantes tras largas horas de torturas, el poder lo deslegitimaba hablando de quebrados, desplazando el centro de atención desde la tortura a la confesión, transformando a la víctima en un traidor. Ahora, tal como indica El País, el fotógrafo Ribot, que ha aportado un CD con decenas de fotos y ha salido con un documento en el que se indica que ha hecho la entrega del material requerido por el juez, ha querido dejar claro que se negó a entregar "su trabajo". La víctima del atropello del poder debe rendir cuentas culposas, mientras el poder, formidable, queda fuera de la escena.

Vaya desde estas líneas el apoyo a todos aquellos que enfrentan al poder. Entre tanto, el pensamiento progresista español sigue embotado en ese letargo que parece impedirle articularse en defensa de libertades políticas básicas de cualquier democracia moderna (libertad de expresión, libertad de ejercicio de la prensa, derecho a preservar la reserva de fuentes periodísticas, etc., etc.), cada vez que la cuestión monárquica se cruza en medio. Pasadas más de tres décadas de la muerte de Franco, su fantasma sigue paseándose por los enclaves autoritarios de la democracia española.

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.

Fiel a las tradiciones políticas de la Revolución francesa, tal como hemos dicho en ocasiones anteriores, el Coronel cree que este mundo será un lugar mejor y más justo cuando no queden más reyes que los cuatro de la baraja. Y, por supuesto, O Rei Pelé.

(*) En esta ocasión, el término republicano se usa en el sentido usual en el debate español, no tanto en el sentido del debate político argentino, donde recibe una carga valorativa y una significación bien diferente.


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