El domingo se vienen, finalmente, las elecciones presidenciales y todos los pronósticos (los creibles, los que no tanto, los operados y los muy operados) indican que CFK será la próxima presidenta de los argentinos. Entonces, la pregunta se desplaza desde el pronóstico, la polla y viscachazo sobre la elección, las perspectivas que se entreveen para el próximo gobierno.
A diferencia de muchas cosas que se leen por ahí, el Coronel cree que no hay mucho para rascar en el frente económico del gobierno, salvo correrlo por izquierda criticando las muy débiles mejoras en términos de distribución del ingreso. Pero ese es un discurso muy poco vendedor porque: a.) los potenciales clientes son las mismas bases sociales del kirchnerismo; y b.) los clientes disponibles serían los que pagarían la factura de la distribución. En fin, no suma por ningún lado.
Zabalita tiró una encuesta que un nutrido grupo de lectores viene respondiendo, para sorpresa de su inicial "no le tengo mucha fe a los lectores". Y acá me detengo en la que, a mi humilde entender, es la pregunta más importante de las formuladas por mi amigo Zabalita: ¿cuál será la lealtad del peronismo?
Las condiciones de posibilidad del próximo gobierno estarán dadas por su habilidad para conservar una coalición de gobierno consolidada detrás del liderazgo presidencial, tal como ocurrió estos cuatro años. Es decir, el gobierno no deberá proveer respuestas en la economía sino principalmente en la política.
Tal como dijimos en ocasiones anteriores, CFK no parece tener ese charme peronista convencional. Por más que ella diga que se identifica con la "Evita del puño crispado", los muchachos la identifican más con las jornadas de compras por París o el Soho neoyorquino, motivo por el cual tiende a sobreactuar su peronismo. Sin embargo, detrás de Cristina estará Néstor. Entonces, si los Kirchner conservan una promesa creíble de preservación del patrón de acumulación política, sus socios pueden conservar confianza en ser premiados por su lealtad. Y, como nadie dispone de tantos recursos para premiar lealtades como el gobierno nacional, la articulación política de la coalición estaría segura frente a eventuales competidores.
Tras la victoria de Menem en 1995, se abrió una interna de cuatro años de duración que impidió cualquier otra cosa que no fuera el "piloto automático" de Roque Fernández. Menem intentó mostrar ante los caudillos peronistas un horizonte temporal suficiente para evitar que se alinearan detrás de Duhalde, cosa que logró por más tiempo del esperable, dinamitando así las oportunidades de su competidor de llegar a las elecciones de 1999 como el jefe del un bloque peronista unificado. Pero ese horizonte fue suficiente para bloquear a Duhalde, no para conducir una agenda de gobierno.
Por el contrario, el desafío de los Kirchner es aparecer a ojos de su coalición como un ciclo político en ascenso (o, cuanto menos, vital), a fin de conservar sus lealtades. Y en esta ocasión cuentan con una ventaja respecto al escenario que enfrentó Menem en su segundo período: no hay ningún líder peronista en condiciones de salir a pelear con tanta antelación una eventual sucesión.
La oportunidad de irrupción de un liderazgo requiere tener y saber administrar recursos en múltiples terrenos/frentes, tales como un aparato político propio, recursos públicos sustantivos, recursos simbólicos e ideológicos o carisma personal; no necesariamente debe ser fuerte en todos los frentes, pero sí en varios.
El peronismo es un animal dificil para domarlo sólo diciéndole que se quede quieto y manso. El gobierno para sostener su coalición partidaria debe conservar su capacidad de administrar palos y zanahorias; pero también la credibilidad de que preservará ambos (palos y zanahorias) hasta el último día.
A diferencia de muchas cosas que se leen por ahí, el Coronel cree que no hay mucho para rascar en el frente económico del gobierno, salvo correrlo por izquierda criticando las muy débiles mejoras en términos de distribución del ingreso. Pero ese es un discurso muy poco vendedor porque: a.) los potenciales clientes son las mismas bases sociales del kirchnerismo; y b.) los clientes disponibles serían los que pagarían la factura de la distribución. En fin, no suma por ningún lado.
Zabalita tiró una encuesta que un nutrido grupo de lectores viene respondiendo, para sorpresa de su inicial "no le tengo mucha fe a los lectores". Y acá me detengo en la que, a mi humilde entender, es la pregunta más importante de las formuladas por mi amigo Zabalita: ¿cuál será la lealtad del peronismo?
Las condiciones de posibilidad del próximo gobierno estarán dadas por su habilidad para conservar una coalición de gobierno consolidada detrás del liderazgo presidencial, tal como ocurrió estos cuatro años. Es decir, el gobierno no deberá proveer respuestas en la economía sino principalmente en la política.
Tal como dijimos en ocasiones anteriores, CFK no parece tener ese charme peronista convencional. Por más que ella diga que se identifica con la "Evita del puño crispado", los muchachos la identifican más con las jornadas de compras por París o el Soho neoyorquino, motivo por el cual tiende a sobreactuar su peronismo. Sin embargo, detrás de Cristina estará Néstor. Entonces, si los Kirchner conservan una promesa creíble de preservación del patrón de acumulación política, sus socios pueden conservar confianza en ser premiados por su lealtad. Y, como nadie dispone de tantos recursos para premiar lealtades como el gobierno nacional, la articulación política de la coalición estaría segura frente a eventuales competidores.
Tras la victoria de Menem en 1995, se abrió una interna de cuatro años de duración que impidió cualquier otra cosa que no fuera el "piloto automático" de Roque Fernández. Menem intentó mostrar ante los caudillos peronistas un horizonte temporal suficiente para evitar que se alinearan detrás de Duhalde, cosa que logró por más tiempo del esperable, dinamitando así las oportunidades de su competidor de llegar a las elecciones de 1999 como el jefe del un bloque peronista unificado. Pero ese horizonte fue suficiente para bloquear a Duhalde, no para conducir una agenda de gobierno.
Por el contrario, el desafío de los Kirchner es aparecer a ojos de su coalición como un ciclo político en ascenso (o, cuanto menos, vital), a fin de conservar sus lealtades. Y en esta ocasión cuentan con una ventaja respecto al escenario que enfrentó Menem en su segundo período: no hay ningún líder peronista en condiciones de salir a pelear con tanta antelación una eventual sucesión.
La oportunidad de irrupción de un liderazgo requiere tener y saber administrar recursos en múltiples terrenos/frentes, tales como un aparato político propio, recursos públicos sustantivos, recursos simbólicos e ideológicos o carisma personal; no necesariamente debe ser fuerte en todos los frentes, pero sí en varios.
El peronismo es un animal dificil para domarlo sólo diciéndole que se quede quieto y manso. El gobierno para sostener su coalición partidaria debe conservar su capacidad de administrar palos y zanahorias; pero también la credibilidad de que preservará ambos (palos y zanahorias) hasta el último día.
2 comentarios:
A mí me parece que los muchachos van a ser una amenaza para los K, pero también la va a ser Cleto Cobos, que ya antes de ser elegido vicepresidente está marcando sus diferencias con la pareja gobernante. Aunque, por otro lado, ¿no es posible que los Kirchner lo hayan elegido como vice porque por su orígen radical los muchachos no van a confiar en él lo suficiente como para emplearlo de ariete contra el matrimonio?
Por otro lado, ¿te imaginás lo que sería tener a Cleto como el octavo presidente radical de la historia, encabezando un gobierno peronista?
La verdad es que la estabilidad del conglomerado político kirchnerista en los próximos 4 años es un tema que da mucho de qué hablar.
Saludos
Mi estimado amigo: creo que el problema es que la caja no da positivo cuando uno suma subsidios en transporte y energía, vencimientos de deuda, demás gastos corrientes y las zanahorias necesarias para mantener la lealtad.
Yo creo que esto va a tener muchas similitudes con el 95-99. En lo político, en lo económico esto es muy diferente y definitivamente estamos mejor preparados para elucubrar amenazas que venga de afuera. Si vienen riesgos, serán autogenerados y son de otra naturaleza. Ahora, que harán los peronchos? A falta de lealtades fuertes, la caja manda. Y si la caja es exigua domar a la muchachada demandará mucho laburo y operadores políticos muy buenos.
Me parece que a Cris el apoyo se lo van a retacear un poquito. Por otro lado, vienen años que no necesariamente malos, tampoco serán espectaculares como los últimos 4. La situación objetiva está dada para el surgimiento de la oposición. Las que no están son las condiciones subjetivas de momento. De hecho, creo que si del otro lado hubiera habido alguna alternativa mínimamente coherente, estos tipos la iban a pasar muy jodida hoy a las 6 de la tarde. Hay dos años por delante.
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