Con un tipo de cambio devaluado, precios internacionales por las nubes y un aparato estatal con una debilidad endémica en materia recaudatoria, las retenciones suenan como una salida casi obligada en un país que, como la Argentina, tiene un sector externo dependiente de la actividad agrícola-ganadera dinámica y exportadora, en especial cuando carece de una estructura secundaria y terciaria que pueda plantarse a un nivel similar.
Ahora bien, en un posteo breve, el Criador critica cierta inconsistencia economicista en el análisis de la suba de retenciones y llama la atención sobre la dimensión política de la medida, al reclamar que "extiendan los supuestos [del análisis económico] a la política".
En esa línea, un investigador principal del Conicet decía ayer: El debate tiene que ser profundo. Lo que la gente de campo debe entender es que con las retenciones no hay marcha atrás. Ningún político, ni Macri, va a salir de este esquema, salvo que sea un suicida. Es el corazón de la economía. Es lo que garantiza que los precios internos no se disparen, que haya superávit fiscal, que entren recursos para pagar la deuda y que se puedan acumular reservas. Si los productores agropecuarios no entienden esta cuestión no pueden discutir nada. Las retenciones son una condición necesaria del bienestar general, incluidos ellos.
Si bien el fundamento económico de la suba puede ser atendible en lo técnico, el gobierno debe articular una coalición para viabilizar políticamente las medidas, si no quiere comenzar a consumir su capital. La suficiencia técnica de ninguna medida por sí misma detiene una protesta o gana una elección.
Todo parece indicar que la etapa en que la presentación maniquea de los problemas se agotó hace tiempo, por lo cual, en primer lugar, debe dejar de presentar la discusión como una puja entre hacendados ricos contra obreros y cartoneros pobres urbanos. El sector agrícola es diverso y también lo son los sectores urbanos. Pero esto no apunta a legitimar el discurso de la derecha que da lástima presentando "pequeños productores" que tienen $1.000 de utilidades por mes, como dicen acá, sino fragmentar el frente rural retornando una parte (sólo una parte, claro) de los recursos recaudados en obra pública, inversiones y subsidios. A fin de cuenta, el encargado de la planificación tiene una banda de amigos contratistas para acometer esa empresa que por sus dimensiones acojonaría a Roberto Carlos.
Y consejos técnicos hay a patadas, acá uno: Para afrontar los desafíos hace falta un Estado más capacitado, no menos Estado. El que tenemos está desvencijado. Lo que las entidades rurales deberían plantear es que con una porción de la recaudación por las retenciones se mejore la política de subsidios para que no aumenten los precios de los alimentos, que se invierta fuertemente en infraestructura para mejorar los caminos troncales, los ferrocarriles. Se necesitan montañas de obras para abaratar los costos internos. Y también que se invierta en tecnología. El Estado presente no es sólo recaudar, o como parece haberse puesto de moda decir en estos días hacer caja, sino también inversión pública.
¿A dónde vamos con todo esto? A que el gobierno no puede, por mérito propio, reunir en el mismo frente a Grobocopatel y al pequeños productor que tiene $1.000 de utilidades por mes. El primero es el gran capital y que lo defienda la derecha; pero el segundo debería ser parte de la coalición kirchnerista, si aún pretende conservar cierto color progresista. Pero más especialmente porque afecta la capacidad de coordinación del frente rural. No sólo La Nación ya no va a poder hablar más de "el campo" como si se tratara de una entidad monolitica, casi una persona con nombre y apellido; sino que los grandes actores concentrados no van a poder movilizar a las todas las corporaciones, sin importar si representan a pequeños o grandes productores.
Cambiando un poco el foco, ahora parece que, según dicen acá, el gobierno evalúa un subsidio universal por hijo. Allá por noviembre pasado, analizando las bases electorales de la segunda administración kirchnerista, decíamos que Si el Coronel tuviera que hacerle la agenda política a Cris, le diría que gire decididamente a la izquierda [entre otras cosas] creando un subsidio universal tal como el propuesto por el Frenapo. De nada, Cris, el servicio de asesoramiento te lo damos gratis, todo sea por los pibes.
A todo esto, Lucas me pregunta si Agustina Keyra tiene más onda que Lavagna. ¿Y qué te puedo decir...? Yo creo que sí. Pero, ojo, es opinable.
Ahora bien, en un posteo breve, el Criador critica cierta inconsistencia economicista en el análisis de la suba de retenciones y llama la atención sobre la dimensión política de la medida, al reclamar que "extiendan los supuestos [del análisis económico] a la política".
En esa línea, un investigador principal del Conicet decía ayer: El debate tiene que ser profundo. Lo que la gente de campo debe entender es que con las retenciones no hay marcha atrás. Ningún político, ni Macri, va a salir de este esquema, salvo que sea un suicida. Es el corazón de la economía. Es lo que garantiza que los precios internos no se disparen, que haya superávit fiscal, que entren recursos para pagar la deuda y que se puedan acumular reservas. Si los productores agropecuarios no entienden esta cuestión no pueden discutir nada. Las retenciones son una condición necesaria del bienestar general, incluidos ellos.
Si bien el fundamento económico de la suba puede ser atendible en lo técnico, el gobierno debe articular una coalición para viabilizar políticamente las medidas, si no quiere comenzar a consumir su capital. La suficiencia técnica de ninguna medida por sí misma detiene una protesta o gana una elección.
Todo parece indicar que la etapa en que la presentación maniquea de los problemas se agotó hace tiempo, por lo cual, en primer lugar, debe dejar de presentar la discusión como una puja entre hacendados ricos contra obreros y cartoneros pobres urbanos. El sector agrícola es diverso y también lo son los sectores urbanos. Pero esto no apunta a legitimar el discurso de la derecha que da lástima presentando "pequeños productores" que tienen $1.000 de utilidades por mes, como dicen acá, sino fragmentar el frente rural retornando una parte (sólo una parte, claro) de los recursos recaudados en obra pública, inversiones y subsidios. A fin de cuenta, el encargado de la planificación tiene una banda de amigos contratistas para acometer esa empresa que por sus dimensiones acojonaría a Roberto Carlos.
Y consejos técnicos hay a patadas, acá uno: Para afrontar los desafíos hace falta un Estado más capacitado, no menos Estado. El que tenemos está desvencijado. Lo que las entidades rurales deberían plantear es que con una porción de la recaudación por las retenciones se mejore la política de subsidios para que no aumenten los precios de los alimentos, que se invierta fuertemente en infraestructura para mejorar los caminos troncales, los ferrocarriles. Se necesitan montañas de obras para abaratar los costos internos. Y también que se invierta en tecnología. El Estado presente no es sólo recaudar, o como parece haberse puesto de moda decir en estos días hacer caja, sino también inversión pública.
¿A dónde vamos con todo esto? A que el gobierno no puede, por mérito propio, reunir en el mismo frente a Grobocopatel y al pequeños productor que tiene $1.000 de utilidades por mes. El primero es el gran capital y que lo defienda la derecha; pero el segundo debería ser parte de la coalición kirchnerista, si aún pretende conservar cierto color progresista. Pero más especialmente porque afecta la capacidad de coordinación del frente rural. No sólo La Nación ya no va a poder hablar más de "el campo" como si se tratara de una entidad monolitica, casi una persona con nombre y apellido; sino que los grandes actores concentrados no van a poder movilizar a las todas las corporaciones, sin importar si representan a pequeños o grandes productores.
Cambiando un poco el foco, ahora parece que, según dicen acá, el gobierno evalúa un subsidio universal por hijo. Allá por noviembre pasado, analizando las bases electorales de la segunda administración kirchnerista, decíamos que Si el Coronel tuviera que hacerle la agenda política a Cris, le diría que gire decididamente a la izquierda [entre otras cosas] creando un subsidio universal tal como el propuesto por el Frenapo. De nada, Cris, el servicio de asesoramiento te lo damos gratis, todo sea por los pibes.
A todo esto, Lucas me pregunta si Agustina Keyra tiene más onda que Lavagna. ¿Y qué te puedo decir...? Yo creo que sí. Pero, ojo, es opinable.
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