Algunos días atrás se armó un tole-tole de esos cuando los reyes visitaron Ceuta y Melilla. A pesar de que tengo unas ganas locas de pegarle a los reyes sólo por deporte, cosa que ya hemos hecho en ocasiones anteriores, el motivo del posteo es el revuelo generado alrededor del viaje, porque el asunto envuelve una paradoja notable.
Por un lado, desde hace décadas que España reclama al Reino Unido la devolución del enclave de Gibraltar, en manos británicas, alegando que ese peñón fue uzurpado por la pérfida albión y desde entonces lo conserva en forma ilegítima. Por supuesto, Londres se niega a devolver el enclave, afirmando que debe proteger los intereses de los ciudadanos británicos en el peñón, mientras que por su parte España retruca diciendo... Así se han pasado décadas.
Por otro lado, España conserva dos enclaves equivalentes en las costas marroquíes, Ceuta y Melilla, que sobrevivieron al proceso de descolonización; por decirlo de algún modo, en la vereda de enfrente. En este caso los roles y los argumentos están perfectamente invertidos: el gobierno español usa los argumentos británicos; mientras que Marruecos reclama por los enclaves en términos equivalentes a los españoles por Gibraltar.
Si Ceuta y Melilla son territorio español, el viaje de los reyes no debería despertar escándalo alguno. De hecho, dadas las conocidas pasiones anti-nacionalistas del Coronel, el reclamo nacionalista marroquí lo incomoda en medida no menor. Pero qué difícil es sostener ambos argumentos al mismo tiempo...
O no, Zarandillo, ¿a vos qué te parece?
Por un lado, desde hace décadas que España reclama al Reino Unido la devolución del enclave de Gibraltar, en manos británicas, alegando que ese peñón fue uzurpado por la pérfida albión y desde entonces lo conserva en forma ilegítima. Por supuesto, Londres se niega a devolver el enclave, afirmando que debe proteger los intereses de los ciudadanos británicos en el peñón, mientras que por su parte España retruca diciendo... Así se han pasado décadas.
Por otro lado, España conserva dos enclaves equivalentes en las costas marroquíes, Ceuta y Melilla, que sobrevivieron al proceso de descolonización; por decirlo de algún modo, en la vereda de enfrente. En este caso los roles y los argumentos están perfectamente invertidos: el gobierno español usa los argumentos británicos; mientras que Marruecos reclama por los enclaves en términos equivalentes a los españoles por Gibraltar.
Si Ceuta y Melilla son territorio español, el viaje de los reyes no debería despertar escándalo alguno. De hecho, dadas las conocidas pasiones anti-nacionalistas del Coronel, el reclamo nacionalista marroquí lo incomoda en medida no menor. Pero qué difícil es sostener ambos argumentos al mismo tiempo...
O no, Zarandillo, ¿a vos qué te parece?
5 comentarios:
También hay que recordar la disputa que mantienen con ese mismo país por el islote del Perejil, cuya breve reconquista por los marroquíes en ¿2003, 2004? hizo que Aznar mandase a las tropas a re-reconquistarlo y plantar bien firme la bandera española, siendo los soldados españoles fotografiados a la Iwo Jima.
Saludos
Martín: Probablemente diste con la comparación más justa. Los muchachos se sentían haciendo historia, cual Armstrong plantando la bandera en la Luna.
Filomeno: Primero, acá no se afirmó quién tiene razón en ningún reclamo, porque lo desconozco. Sólo se dijo que se trata de conflictos perfectamente espejados, donde un actor desempeña roles contrapuestos en cada tablero. A mi humilde entender, una descripción bastante modesta.
Segundo, si eso de Malvinas pretendía ser una chicana, la tiraste en el lugar equivocado. Pocas cosas deberían estar tan claras tras cien posteos: acá no somos nacionalistas, al punto que incluso festejamos las derrotas de seleccionados argentinos que por gorilas caen antipáticos (léase, los Pumas, gordo).
Si la mayoría de los españoles apoyó el aventurismo bélico y criminal de un puñado de militares borrachos (por supuesto, enmarcados en el peor nacionalismo territorialista y chauvinista de la sociedad argentina), allá ellos. Por mi parte, aunque no tenía edad para apoyar o dejar de apoyar cosas por aquel entonces, en perspectiva el evento merece mi más profunda condena.
Tercero, ¿qué clase de reciprocidad nacionalista es esa? ¿las sociedades apoyan el aventurismo de otras esperando apoyo en el aventurismo propio? Eso podrá ser lógico en... digamos la Convención del National Front, pero no parece tener mucho asidero fuera de ese selecto grupo de radicales nacionalistas.
Igualmente, gracias por la polémica.
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