Dice la voz popular que el desafío más difícil es bailar con la más fea. Según este saber de arrabal, nadie quiere hacerlo básicamente porque a todos le gustaría hacerlo con la más linda. Sin embargo, bailar con la más fea presenta una gran ventaja: se requiere poco para salir bien parado. El problema es más grande cuando uno tiene que bailar con la más linda, porque las comparaciones a uno lo pueden liquidar sin más, casi como un trámite, por falta de equivalencias.
Este es un blog que habla de política, aunque a veces (no pocas) también de fútbol. Amamos el cine, amamos la literatura, pero no posteamos sobre eso. Pero hoy algo nos llama, nos convoca a hacer una excepción. Y haremos tal excepción para decir que los relatos de García Márquez han probado ser mucho para cualquier director que no sea Arturo Ripstein. Sacar a bailar la desmesura de una prosa sin fin es exponerse al ridículo de la comparación, a la paliza que un campeón mundial de peso completo le puede dar al mejor peso pluma. Esto se torna brutal cuando se trata de uno que además de ligerito no tiene pergamino alguno.
Ante este panorama, lo mejor entonces es declinar el convite y no sacar a bailar a la más linda. Quizás no haya necesidad de sacar a la más fea, dado que podemos buscarnos una del montón; pero nunca deberíamos tentar a nuestra suerte y buscar a la más linda porque, como a Ícaro, aproximarnos tanto al sol puede matarnos. Salvo, claro, que uno sea Ripstein. Ahí sí, eso es otra cosa.
Este es un blog que habla de política, aunque a veces (no pocas) también de fútbol. Amamos el cine, amamos la literatura, pero no posteamos sobre eso. Pero hoy algo nos llama, nos convoca a hacer una excepción. Y haremos tal excepción para decir que los relatos de García Márquez han probado ser mucho para cualquier director que no sea Arturo Ripstein. Sacar a bailar la desmesura de una prosa sin fin es exponerse al ridículo de la comparación, a la paliza que un campeón mundial de peso completo le puede dar al mejor peso pluma. Esto se torna brutal cuando se trata de uno que además de ligerito no tiene pergamino alguno.
Ante este panorama, lo mejor entonces es declinar el convite y no sacar a bailar a la más linda. Quizás no haya necesidad de sacar a la más fea, dado que podemos buscarnos una del montón; pero nunca deberíamos tentar a nuestra suerte y buscar a la más linda porque, como a Ícaro, aproximarnos tanto al sol puede matarnos. Salvo, claro, que uno sea Ripstein. Ahí sí, eso es otra cosa.
1 comentario:
hola a todos yo roy y una chica (rami) hacemos lentos en ingles en vivo.
ella canta y yo la acompaño con guitarra coros y pistas.
si a alguien le interesa el show consultar al 4744-6106 zona norte del gran buenos aires o escribir a
distribuidoramar1@hotmail.com
muchas gracias.
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