El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ordenó el desalojo de los cartoneros que acampaban desde hace casi dos meses a la vera de las vías del Mitre-Tigre. El desalojo, con paliza de yapa, es el broche de una situación lamentable: la suspensión del llamado Tren blanco, como si su cierre fuera a hacer desaparecer la realidad de fondo, léase los cartoneros. En el fondo de la mirada macrista se esconde cierta idea de que "esta gente" hace negocios abusando de un servicio gratuito, de la desproporcionada generosidad de las empresas ferroviarias o del Estado. Seguramente también crean que "esta gente" prefiere cartonear que tener un trabajo de 8 horas, con seguridad social y jubilación, días libres, condiciones de trabajo salubre, etc. etc. porque, en realidad, estos negros son vagos, no quieren trabajar, para eso que se queden en la provincia. El cierre del servicio sólo empobrece aún más a personas que ya viven en una situación de extrema indigencia, al encarecer los costos del traslado de lo poco que recogieron por las calles tras horas caminando por la ciudad.
Cuando toma decisiones de esta naturaleza, como cuando intentó imponer prioridades en la atención hospitalaria, el macrismo bordea el terreno de lo inexplicable. En ese momento decíamos que el macrismo tenía que hacer el esfuerzo de liberarse de esa cierta imagen de vampiro que (no sin cierta justicia) se le ha hecho. No obstante, el gobierno porteño no parece muy interesado en el asunto.
Sin embargo, es interesante la crónica de Página/12 de hoy, que sólo menciona y vincula a las autoridades porteñas con los incidentes, además de describir los hechos con impactante desmesura. ¿Qué tiene de especial? Lo notable de la crónica es la omisión de dos elementos cruciales: a.) la Policía Federal depende de la cartera de Justicia nacional, encabezada por Aníbal Fernández, y ningún desalojo puede ser hecho sin su aval. Consultado por este diario, un vocero del ministro de Justicia, Aníbal Fernández, de quien depende la Federal, dijo desconocer “si hubo una orden” ministerial para que la policía interviniera, aunque el punto no despierta mucha curiosidad en el cronista, no hay repregunta, que el vocero del ministro no sepa nada es normal y que 36 horas después aún haya al menos 15 policías, un par de patrulleros y un vallado también; y b.) el servicio de trenes, gestionado en este caso por TBA, depende del Estado nacional y, en particular, de la secretaría conducida por el devidista Ricardo Jaime; dada la tupida masa de subsidios destinados por esta secretaría al sector, podemos dudar que pudieran cancelar este servicio si el Estado nacional no garantizara (al menos) su silenciosa aquiescencia. Pero de eso ni palabra. ¿Qué curioso, no?
A los amigos hay que cuidarlos, darle una mano, en especial si los amigos manejan una pauta publicataria descomunal. Siempre serás mi amigo, no importa nada más...
Cuando toma decisiones de esta naturaleza, como cuando intentó imponer prioridades en la atención hospitalaria, el macrismo bordea el terreno de lo inexplicable. En ese momento decíamos que el macrismo tenía que hacer el esfuerzo de liberarse de esa cierta imagen de vampiro que (no sin cierta justicia) se le ha hecho. No obstante, el gobierno porteño no parece muy interesado en el asunto.
Sin embargo, es interesante la crónica de Página/12 de hoy, que sólo menciona y vincula a las autoridades porteñas con los incidentes, además de describir los hechos con impactante desmesura. ¿Qué tiene de especial? Lo notable de la crónica es la omisión de dos elementos cruciales: a.) la Policía Federal depende de la cartera de Justicia nacional, encabezada por Aníbal Fernández, y ningún desalojo puede ser hecho sin su aval. Consultado por este diario, un vocero del ministro de Justicia, Aníbal Fernández, de quien depende la Federal, dijo desconocer “si hubo una orden” ministerial para que la policía interviniera, aunque el punto no despierta mucha curiosidad en el cronista, no hay repregunta, que el vocero del ministro no sepa nada es normal y que 36 horas después aún haya al menos 15 policías, un par de patrulleros y un vallado también; y b.) el servicio de trenes, gestionado en este caso por TBA, depende del Estado nacional y, en particular, de la secretaría conducida por el devidista Ricardo Jaime; dada la tupida masa de subsidios destinados por esta secretaría al sector, podemos dudar que pudieran cancelar este servicio si el Estado nacional no garantizara (al menos) su silenciosa aquiescencia. Pero de eso ni palabra. ¿Qué curioso, no?
A los amigos hay que cuidarlos, darle una mano, en especial si los amigos manejan una pauta publicataria descomunal. Siempre serás mi amigo, no importa nada más...
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