El Cielo.
En primer término es necesaria una operación de desenmascaramiento, por la cual el presente estado de las cosas deje de aparecer como una realidad inmutable.
La naturalización (y consecuente reificación) de las relaciones de poder y dominación es el resultado más palpable de la propia duración de aquellas, gracias a lo cual los sujetos participan del sistema dando por sobre entendido que la presente (y desigual) distribución de recursos políticos, económicos y sociales es una realidad natural, como puede ser el ciclo de las cosechas o la duración de los embarazos. Por el contrario, la razón permite poner en evidencia la anatomía real de tales relaciones y abre así la oportunidad a su posterior desnaturalización. Este proceso de ruptura y desenmascaramiento permite crear el estado de conciencia necesario para formular un planteo inicial básico: estamos ante una realidad actual injusta.
Este proceso de desenmascaramiento es crucial, porque no hay injusticia cuando las cosas son naturales: no se puede decir que es injusto que el año dure 365 días o que las plantas florezcan en primavera. Por el contrario, podemos afirmar la injusticia de la pobreza o la desigualdad cuando rompemos con su naturalización. Desde el momento que concebimos una sociedad sin pobres y sin desigualdad como un umbral posible, la injusticia presente aparece con toda su brutalidad.
El cielo existe más allá de su sentido ultra-terreno. El cielo es posible alcanzarlo en este mundo. En suma, podemos aspirar a un estado de las cosas mejor que el presente.
Por Asalto.
En segundo término, operado tal desenmascaramiento, es necesaria una operación política fundamental, que rompa con el actual estado de las cosas: el asalto al paraíso.
Desde aquí no proponemos un asalto por vía de la violencia; siempre que existan otros canales, tales como los que se ofrecen en una sociedad democrática, la violencia será injustificable en cualquiera de sus formas. Pero sí un asalto que permita desmantelar barreras que no son sólo de sentido común establecido y naturalizado, sino que son principalmente una desigual distribución de recursos, sobre la cual están asentadas las estructuras de dominación política, económica, social y cultural.
El asalto no depende de uno ni de acciones aisladas. Desde este lugar intentaremos aportar al desnaturalización de las relaciones presentes, al desenmascaramiento de los brujos que se esconden en las sombras.
Aqui damos el primer paso del Asalto.
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