lunes, junio 25, 2007

Sobre las encuestas en boca de urna

Durante la década pasada, las encuestas en boca de urna hicieron furor. No había programa (televisivo o radial) que no anunciara, en tono solemne, los resultados esperados a las 18.00 hs. Incluso, algunos presentaban a un costado de la pantalla un reloj contando, en forma regresiva, los minutos que faltaban para la hora de cierre del acto electoral, que a la vez implicaba el fin de la veda y habilitaba a la libre difusión de encuestas. Esta proliferación de encuestas en boca de urna probablemente haya respondido a la ansiedad propia de todo comicio, antes que a la utilidad en sí de tal información, cuando los datos reales estaban a minutos de distancia.

Sin embargo, todo esto se acabó de golpe cuando se modificó la legislación electoral y se obligó a los medios de comunicación a no difundir datos de encuestas por unas horas más tras el cierre del comicio, lo que tornaba ya inútiles tales datos. ¿Esto significó la desaparición de las encuestas en boca de urna? No hace falta aclarar que la respuesta es negativa, quizás ya no podamos vivir sin ellas, no porque nos sean impuestas, sino principalmente porque las demandamos como quien golpea una puerta pidiendo que le abran.

Ahora me pregunto, ¿es válida esta limitación? Alguien puede responder, como Ramble, que esta limitación es totalmente inútil e inaplicable. El argumento es poderoso, porque da cuenta de la diversificación de los medios de comunicación actuales, en la medida que ya no se trata sólo de "controlar" a la radio y la televisión, sino también a una incontable cantidad de sitios de Internet; sin ir más lejos, Ramble se jacta (con toda legitimidad) de la cantidad de visitas recibidas durante el día de ayer. Este punto es interesante, y remite a la eficacia de las leyes, pero deja abierta otra pregunta: ¿y si los candidatos siguieran haciendo campaña durante la veda? ¿si la televisión informara durante todo el día sobre los últimos datos de encuestas? No tengo ninguna duda que el mundo seguirá girando, que si sólo eso cambiara esto no opacaría la condición democrática de la Argentina actual, pero seguramente el normal desempeño de los comicios se vería empañado. La escasa eficacia de la legislación no parece ser suficiente para suprimirla o ignorarla.

Aquí, sin dejar de reconocer la efectiva inutilidad de tal norma, preferimos argumentar que la limitación es inválida porque atenta contra el derecho a la información. Si la veda supone una colición entre el derecho a la información y el derecho a un justo y transparente comicio, el fin de la veda hace desaparecer tal conflicto. Alguien podría decirme que los medios usan esta información, mientras esperan la aparición de los resultados reales, para hacer un poco de circo y yo deberé conceder. Otros pueden decirme que algunos medios usan estos datos para hacer operaciones de prensa y yo, nuevamente, deba reconocer que eso es posible. Pero ninguno de esos argumentos es suficiente para limitar el derecho a la libre expresión. A fin de cuentas, ahí ya no hay colición de derechos y, mientras esta condición no se modifique, con su libertad cada cuál hace lo que se le antoja.

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