Hubo un día en que los principales hombres del gobierno nacional tuvieron que salir a hablar de un tema que, si bien ocupaba las portadas de todos los diarios, incluso de los que fungen como órganos de prensa del gobierno, había sido eludido en forma sistemática. Casi no es necesario aclarar que abordó el problema aplicando la misma lógica habitual: la culpa no es imprevisión propia, sino perfidia de los enemigos del pueblo, que se enriquecen con su sufrimiento. Versión berreta del realismo mágico.
Durante el invierno pasado el gobierno había contado con un importante golpe de suerte: un invierno muy benigno, casi podríamos decir un otoño de seis meses, había evitado cuellos de botellas en materia energética. Sin embargo, todos sabemos que hacer un pleno es posible, pero la probabilidad de acertar plenos una y otra vez tiende a cero. A diferencia del anterior, este año el final del otoño parece anticipar un invierno en serio y el sistema no está en condiciones de cubrir con las necesidades de energía.
Hasta aquí, la solución fue elegir día a día quiénes serán los ganadores y los perdedores, básicamente cortando alternativamente la provisión de gas a diferentes sectores: grandes empresas industriales, consumidores de GNC, etc. El objetivo central ha sido evitar los cortes de consumo domiciliario, dada su alta sensibilidad electoral. Es muy probable que esta decisión haya sido en sí acertada, protegiendo a los hogares al costo de reducir el nivel de actividad económica, no obstante pocas dudas caben que esta situación es la consecuencia directa de la imprevisión en materia de inversiones que el gobierno profesa con devoción desde hace cuatro años
¿Quién es el responsable de los bajos niveles de inversión en materia energética? Para ser esquemáticos digamos que las inversiones las pagan: a.) los consumidores a través de las tarifas, o b.) los contribuyentes por medio de los impuestos. Ninguna de estas opciones, que por simplistas podrían despertar las críticas de un par de amigos economistas, fueron recorridas en estos años por el gobierno.
Entre tanto, un buen día aparece el jefe de la banda en Rosario y, sin pensarlo dos veces, vuelve a señalar culpables: “Las empresas de transporte de gas se tienen que poner a tono. TGS y TGN tienen que estar a la altura de las circunstancias, porque en estos días ellos tenían gas suficiente y si tuvimos algún problema fue por culpa del transporte” (Página/12, 21/06/2007). Esperemos que mañana esté lindo como hoy, porque si vuelve a refrescar, nadie me garantiza que pueda prender la estufa del cuarto.
Durante el invierno pasado el gobierno había contado con un importante golpe de suerte: un invierno muy benigno, casi podríamos decir un otoño de seis meses, había evitado cuellos de botellas en materia energética. Sin embargo, todos sabemos que hacer un pleno es posible, pero la probabilidad de acertar plenos una y otra vez tiende a cero. A diferencia del anterior, este año el final del otoño parece anticipar un invierno en serio y el sistema no está en condiciones de cubrir con las necesidades de energía.
Hasta aquí, la solución fue elegir día a día quiénes serán los ganadores y los perdedores, básicamente cortando alternativamente la provisión de gas a diferentes sectores: grandes empresas industriales, consumidores de GNC, etc. El objetivo central ha sido evitar los cortes de consumo domiciliario, dada su alta sensibilidad electoral. Es muy probable que esta decisión haya sido en sí acertada, protegiendo a los hogares al costo de reducir el nivel de actividad económica, no obstante pocas dudas caben que esta situación es la consecuencia directa de la imprevisión en materia de inversiones que el gobierno profesa con devoción desde hace cuatro años
¿Quién es el responsable de los bajos niveles de inversión en materia energética? Para ser esquemáticos digamos que las inversiones las pagan: a.) los consumidores a través de las tarifas, o b.) los contribuyentes por medio de los impuestos. Ninguna de estas opciones, que por simplistas podrían despertar las críticas de un par de amigos economistas, fueron recorridas en estos años por el gobierno.
Entre tanto, un buen día aparece el jefe de la banda en Rosario y, sin pensarlo dos veces, vuelve a señalar culpables: “Las empresas de transporte de gas se tienen que poner a tono. TGS y TGN tienen que estar a la altura de las circunstancias, porque en estos días ellos tenían gas suficiente y si tuvimos algún problema fue por culpa del transporte” (Página/12, 21/06/2007). Esperemos que mañana esté lindo como hoy, porque si vuelve a refrescar, nadie me garantiza que pueda prender la estufa del cuarto.
2 comentarios:
Comandante: no diga nimiedades!
El mismo pelotudo que esta semana dijo que los problemas de energía son 'nimios', hace 5 años, como ministro de producción del Gran Cabeza de Zapallo, propuso pasar todo el parque automotor destinado al transporte público al GNC.
Aníbal, lo tuyo evidentemente no es la política energética.
Zabalita, para recurrir a palabras que pudo usar mi abuelita, digamos que no hay que pedirle peras al olmo.
Aníbal está para las frases ingeniosas, a las que, por otro lado, ya hemos recurrido en algún posteo anterior.
Aníbal, usted siga con lo suyo, que le pone pimienta al aburrido folclore kirchnerista, sólo trate de no participar en decisiones relevantes.
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