lunes, junio 18, 2007

Nueve meses de infamias y silencios

El pasado 18 de septiembre, el albañil platense Jorge Julio López, después de testificar en el juicio que acabó con la condena del represor Miguel Etchecolatz, desapareció y desde entonces no se ha vuelto a tener noticia alguna de su paradero. Reclamando por su aparición con vida se han repetido marchas y movilizaciones, pero los resultados han sido nulos: no sólo aun se desconoce dónde está Jorge Julio López, sino que tampoco se tienen ni pistas sólidas sobre cuál pudo ser su suerte, ni tampoco existen indicios que conduzcan a los responsables de su secuestro y (ojalá nos equivoquemos) horrendo crimen.

Infamias.

La desaparición de López nos remite, sin escalas, a la insoportable ignominia de la última dictadura militar, sin dudas la más infames entre todas las infames intervenciones de uniformados durante el siglo pasado. Pero pasado no significa pisado: hoy vuelven los demonios de ayer para cubrir sus huellas, vengándose de un testigo y, a una misma vez, intentando intimidar a cualquier otro que quiera seguir su ejemplo.

Sin embargo, la infamia de su desaparición fue acompañada de la infamia de los que prefieren juzgar a la víctima antes que buscar a los culpables. Primero, fue Hebe de Bonafini quien, a la salida de una reunión en Casa de Gobierno, descalificó la condición de desaparecido de López. Esto no puede producir más que indignación, en especial dentro de la izquierda argentina. Y como muestra, un botón: "Poner en duda a la víctima de un hecho como éste, es algo que hizo sistemáticamente la dictadura. López fue un desaparecido y ahora volvió a serlo. Tratar de descalificar a López [...] es una afirmación indignante. [...] Lo más grave de todo es que los dichos de Hebe apuntan a desmovilizar. El gobierno utiliza la autoridad de Hebe para dejar el mensaje de que “no ha pasado nada” y que no hay que movilizarse" (El Socialista, octubre de 2006).

Pero también se podían leer afirmaciones que poco tenían que envidiar a las expresadas por Hebe de Bonafini en el discurso de la peor derecha. Las dudas sobre la desaparición de López se podían encontrar desde el site SIDE-periodista Seprin hasta el blog de Jorge Asís. (En este caso, por razones de buen gusto y por respeto a nuestros lectores, no vamos incluir sus links.)

La infamia a veces viene por izquierda, otras por derecha. Pero siempre es infamia.

Silencios.

Silencio de los gobiernos nacional y provincial, quienes tienen la responsabilidad de resolver su desaparición. Primero intentaron no hablar del tema, como si nada ocurriera, al punto que en las tiendas del kirchnerismo se masticó bronca cuando Solá reconoció el hecho. Y luego, tras reconocer a regañadientes el caso, siguieron puras declaraciones de principio, declamaciones vacías que no se condicen con ningún resultado tangible. Y teniendo en cuenta que el kirchnerismo se llena cotidianamente la boca hablando del tema, el peso de este "contraste" es casi insoportable para todos aquellos que vivimos la protección de los Derechos Humanos como un compromiso fundamental.

Silencio de la oposición, que parece más interesada por las elecciones que por la vida de un hombre que, tras brindar su testimonio sobre los crímenes de la dictadura, nunca más se supo de él. Las elecciones son una pieza tan fundamental de la vida democrática como la protección de los derechos esenciales de sus ciudadanos: sin elecciones la democracia es imposible, sin derechos la democracia está vacía de contenido. No obstante, por el momento, los principales dirigentes opositores están preocupados o bien por los baches, o bien por comparar a Kirchner con Nerón y Ceauşescu, o bien por las posibles coaliciones de cara a las elecciones de octubre. Sin embargo, ¿de qué servirá todo esto si no somos capaces de garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos, de proteger a las víctimas de crímenes aberrantes, de juzgar a los asesinos de ayer, hoy y siempre?

Ojalá que, dentro de poco, tengamos la oportunidad de postear la crónica de la aparición con vida de López. Y si eso ya no fuera posible, que podamos aplaudir el esclarecimiento de todo esto y la condena de los culpables.

1 comentario:

Zabalita dijo...

Aparición con vida y castigo a los culpables